El Rock llegó a la escena mexicana de la misma forma en que arribó a otras latitudes, como un disruptivo musical, social y en ocasiones, hasta político.
Desde los años sesentas en que el Rock cobró mayor presencia en el país, el género ha evolucionado a través del tiempo; iniciando con los Teen Tops, Los Rebeldes del Rock, Los Locos del Ritmo o Manolo Muñoz, pasando por importantes referentes como Javier Bátiz, Alex Lora, La Maldita Vecindad y un sinfín de grupos y solistas, ha acompañado a generaciones enteras en su búsqueda de identidad frente a lo que consideraban anticuado o vetusto y, por tanto, renunciable.
Sin embargo, dentro del género existe un sector que transitó por su propio camino entre los demás subgéneros; pienso que, si el Rock es sinónimo de rebeldía, el Rock Urbano es el rebelde entre los rebeldes. Alejado de disqueras comerciales y grandes medios de comunicación, este subgénero tuvo su boom a mediados de los 80´s y durante la década de 90´s, mientras en radio y televisión cantantes como Emanuel, Mijares, Lucerito o el Buki, acaparaban los hogares mexicanos, en otros espacios socio-culturales se escuchaban las guitaras de Lira N´ Roll, Tex-Tex, El Haragán, Banda Bostik, Charlie Monttana, El Tri y otras bandas que proponían un rock en cuyas letras se plasmaron relatos sobre la cotidianidad de la vida urbana, tópicos de corte político, amor, desamor, sexo y drogas.
El Rock Urbano o Rock Nacional Mexicano, ganó presencia en la Ciudad de México y el Área Metropolitana, permeando en los sectores juveniles más desfavorecidos incluyendo población proveniente o residente de las zonas rurales del país, por lo que se convirtió en parte de la identidad de grupos que comenzaban a vivir las primeras señales del agotamiento de un sistema político que privilegió por décadas la rectoría económica del país, y ahora se enfocaba en liberalizar todos los sectores económicos de la nación, en el contexto de una economía mundial capitalista en periodo expansivo y globalizador.
Dichas generaciones como parte de la descomposición social, pero a su vez también, como una forma de sobrevivir, generaron una identidad dentro de sus propios barrios, agrupados muchas veces en bandas o pandillas. El Rock Urbano fue parte toral en la formación de ese espacio de cohesión social para asegurar su supervivencia, pues se convirtió en un sitio de encuentro común para sus miembros. Una película que con todo y sus profundas carencias técnicas nos puede dar una idea de la formación de dichas identidades es “La Banda de los Panchitos” dirigida por José Arturo Velasco, quien en ocasiones de forma bastante cruda refleja los problemas sociales a los que se enfrentaban las generaciones ochenteras de la Ciudad de México, lo fácilmente que estaban expuestas al consumo de drogas y la función del Rock como medio de desfogue ante dicha realidad.
Aunque en sus inicios el Rock a nivel mundial fue hegemonizado por el idioma inglés incluso en países de habla hispana, conforme fueron surgiendo bandas y solistas locales que se atrevían a abandonar el terreno de los covers para aventurarse en presentar propuestas musicales propias; el Rock en Español comenzó una expansión importante, hasta el punto de generar un mercado propio que comenzó a ser del interés de las disqueras, quienes veían en dichas bandas un importante prospecto de negocios.
Una de dichas disqueras fue la multinacional BMG, que vislumbró la oportunidad de mercantilizar las propuestas musicales hispanas e impulsar a bandas que por sí solas a penas y podrían alcanzar un éxito local, pero que concentradas en un solo producto, conseguirían las ventas suficientes para hacer redituable su proyección en los escenarios; es ahí donde se lanzan al mercado diversos volúmenes de discos titulados por BMG como “Rock en tu idioma”, contenían canciones como “El final” de Rostros Ocultos, “Es tan fácil romper un corazón” de Miguel Mateos, “Kumbala” de la Maldita Vecindad, “La Negra Tomasa” de Caifanes, “Beber de tu sangre” de Los Amantes de Lola y muchas otras pistas que hoy día nunca se ausentan en eventos sociales como bodas, comuniones, graduaciones etc., las cuales son interpretadas por “grupos versátiles” que irónicamente, siempre tocan las mismas canciones.
Los discos de “Rock en tu idioma” que conjuntaron a bandas y artistas mexicanos, españoles y argentinos, se lanzaron a la venta a finales de los ochentas y hasta 1990, periodo que coincide, vamos a decirlo así, con la primera gran etapa del Rock Urbano, en la que, influenciadas por la música de Javier Batiz, Alex Lora, así como de grupos estadounidenses y británicos, surgieron bandas que podrían considerarse de las más emblemáticas del Rock Urbano como Lira N´ Roll, Tex-Tex y El Haragán, en cuyas canciones predominó el Blues, el Hard Rock y desde luego, el Rock and Roll.
Surge entonces una pregunta casi natural: ¿Por qué si las bandas de Rock Urbano son contemporáneas de un movimiento que tenía como objeto potenciar el rock en español, las mismas fueron excluidas de dicha cruzada comercial? Únicamente “El Tri” de Alex Lora que bien puede considerarse parte del subgénero Rock Urbano, participó en dicha “Pangea” musical, ¿se trató de una decisión musical o meramente económica? ¿tendría algo qué ver en esa decisión el contenido social y político de muchas letras de dichos grupos? ¿el objetivo de BMG era llegar a un público “clasemediero” prescindiendo de otros sectores sociales? Es difícil determinar con exactitud qué motivó a la disquera a dejar fuera a dichas bandas, pero los cierto es que estas subsistieron por sí mismas firmando con disqueras más modestas como “Denver” y tocando en espacios casi tan paupérrimos como los antiguos “hoyos funkies” (a la posteridad el público les llevaría a tocar en espacios de mayor envergadura, algunas bandas incluso realizarían exitosas giras en Estados Unidos).
Aunque como ya dijimos, el término “Rock en tu idioma” se empleó para la campaña comercial de BMG, al poco tiempo del lanzamiento de sus discos, se extendería su uso para referirse a cualquier tipo de Rock en Español, sin embargo, el Rock Urbano se mantuvo al margen de dicha expresión, hecho que, junto con un estilo de baile conocido como “baile trisolero”, la forma peculiar de vestir de quienes escuchaban y tocaban dicha música (pantalones entubados, camisetas sin mangas, cadenas y cabello), le permitió consolidar una identidad propia frente al resto de expresiones musicales juveniles.
De todo esto resulta curioso reflexionar cómo es que a pesar de hablar la misma lengua, el Rock Urbano y el “Rock en tu idioma” no pudieron entenderse, quiero decir, que aun y cuando derivan de un mismo género, cada uno tuvo su propia trayectoria y eran escuchados en lugares distantes y distintos por sectores poblacionales cultural y socialmente diferentes. Hablaban español pero no el mismo idioma; mientras uno sonaba con mayor frecuencia en los barrios entre los sectores de jóvenes “desocupados” o empleados en el sector obrero y era elaborado con un estilo un poco más rudo y a veces hasta “rudimentario” (en el buen sentido de la palabra), el otro, parecía estar más en sintonía con las clases medias y el sector estudiantil, incluso, no dejaba de encontrar más cercanía con grupos pop, que con el propio Rock Urbano.
Un personaje central en el Rock Urbano sin duda alguna fue el tamaulipeco Rockdrigo González, quien junto a sus “rupestres”, dejó una valiosa aportación al subgénero en letras y estilo hasta el día de su deceso en el terremoto de 1985. Sus canciones retomadas por diversas bandas subsistieron entre las nuevas generaciones de rockeros y no tan rockeros. Rockdrigo le cantaba a la ciudad, al asalariado y muy a su estilo, a los atracos y a las rencillas entre bandas que se disputaban el poder en el barrio; le cantaba a la vida urbana y a la razón de existir en un mundo cada vez más tecnificado, calculado, de producción en serie, un mundo en que las identidades se comenzaba a desdibujar ante el avasallamiento de una cultura global, la cultura del eterno consumo que deja entre la sociedad un infinito sentimiento de vacío, o como él mismo lo dijera, en su “tiempo de híbridos”: “…en la vil penetración cultural, en el despiporre intelectual, en la vulgar falta de identidad…”.
Durante un lapso de casi dos décadas, los barrios de la ciudad se llenaron de canciones como: “Mi muñequita sintética”, “A esa gran velocidad” “María”, “Te vas a acordar de mi”, “Vaquero rockanrolero” “Artesano de la construcción” “Tlatelolco”, “Anda borracho Pancho”, “No tengo tiempo”, “Barata y descontón”, “Asalto chido”, “Nuestros impuestos”, “Chilango incomprendido” entre muchas otras que junto con la aparición de bandas como “Barrio pobre”, “3 Vallejo” o “Karátula” a inicios del año dos mil, nos regalaron el ocaso del Rock Urbano al menos por lo que respecta a los grandes escenarios, ya que el Rock ha sobrevivido pero en plataformas y otros espacios digitales, manteniendo vigente, sea como sea, la frase de “el rock nunca muere”.
El Rock Urbano es el otro idioma del Rock en tu idioma, un subgénero del Rock que junto con otros ritmos como el ska, el reggae, el rap, etc., se han abierto camino frente a la gran industria del pop y otros géneros comercialmente superiores, ritmos que hoy día, ante la marabunta de nuevas propuestas musicales que acaparan prácticamente al cien por cien de las nuevas generaciones, continúan existiendo aunque en los oídos de sectores que irónicamente, cada vez suenan más como sus padres y abuelos criticando y desdeñando los nuevos ritmos porque: “eso no es música”. El Rock comienza a entrar en una especie de etapa melancólica, porque si bien es cierto como hemos dicho, “el rock nunca muere”, hoy más que nunca se acerca lentamente a una especie de anticuario musical, al cual los jóvenes si acaso acuden, es por la mera curiosidad de saber qué escuchaban sus padres y abuelos, o porque sus progenitores les inculcan (a veces a regañadientes) “la buena música”. A veces deberíamos permitirnos atesorar un lindo recuerdo y dejar que avance el tiempo, que las nuevas generaciones, como lo hizo el Rock, abran su propia vereda.
Las ciudades hoy se llenan de ritmos caribeños, de trap, corridos tumbados, reggaetón; pero ya que hablamos de melancolía, huelga decir que existen estrofas del Rock que continúan tan vigentes como las de Rockdrigo en su rola “Vieja ciudad de hierro”:
“¿Qué harás con la violencia
De tus tardes y tus noches en tus calles?…
Y tus parques y edificios coloniales
Convertidos en veloces ejes viales”
Víctor Hugo Martínez Barrera
Se formó como abogado en la Facultad de Derecho de la UNAM y, como historiador, en la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Sus líneas de trabajo son el Derecho Constitucional, los derechos de los pueblos indígenas y el período posclásico mesoamericano.