¡Hablemos de los Chichimecas!

Por Damián F. Carreón Pérez

Uno de los grupos de pueblos nómadas que habitaron lo que hoy se conoce como el Estado de San Luis Potosí, fueron lo Chichimecas. Esta denominación, se cree, que deviene de un término en náhuatl usado por los aztecas, que significa “los del linaje del perro”. Considerados como grupo de pueblos fundamentalmente guerreros que desconocían la agricultura y la escritura; en apariencia no habría mucho que resaltar, salvo el lado sensible de los chichimecas.

El ser humano siempre busca más allá de lo tangible, requiere comunicarse con lo infinito, lo divino. Esta búsqueda se encamina, muchas veces, a través de la danza y en consecuencia, de la música. La música es otro lenguaje, más universal y primitivo que la escritura.

Estas divagaciones me llevaron a preguntarme en días pasados, ¿si el grupo étnico chichimeca tendría algunos talentos dentro del arte? y, como un melómano declarado desde niño, me dio curiosidad saber si creaban música y que instrumentos utilizaban.

Fue el año 1000 a.C., según datos históricos, cuando los pueblos nómadas aparecieron en el norte de México. Los pueblos chichimecas eran recolectores, cazadores, guerreros, sin un sistema de escritura, pero no eran ajenos al arte de la música. Este lenguaje de sonidos y silencios, les servía para comunicarse con sus divinidades; armaban su “mitote”, al ritmo de la música de los tambores sagrados (teponaztli); creando el sonido y ambiente propicio para excitar su espíritu belicoso para la guerra.

El imaginar como la música era su lenguaje para conectar lo divino con lo humano y expresarlo a través de la guerra, me hace sentir lo poderoso que eran esas percusiones, llamando a lo divino, alejando el miedo; potentes sonidos de teponaztli que los ayudaban a entrar a la conciencia adecuada para la pelea.

Además del Teponaztli, también solían tocar las sonajas y flautas creando una mezcla de ritmos para acompañar sus rituales con danzas.

Éstos rituales religiosos eran también, una experiencia musical, es difícil separar la experiencia mística de la música en sí misma. Aunque es indudable que era un medio o lenguaje, utilizado principalmente, para su comunicación divina y para fortalecer su espíritu.

Si bien es cierto, que el legado cultural del linaje de perro (significado en lengua náhuatl) no es extenso; es importante destacar éste aspecto que construye una visión más completa de los chichimecas.

He de concluir que éste grupo de pueblos (Chichimecas), considerados como salvajes o bárbaros, tenían otra dimensión poco abordada: la música. Primitiva quizás, pero existente en su cultura, por lo que parafraseando a Beethoven “la música es una revelación mayor que toda la sabiduría y filosofía”, diré que tal vez, éste pueblo puede verse desde otros ángulos.

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