El fútbol es uno de los deportes con una ejecución simple, que a nivel material precisa de una simple pelota y que requiere delimitar un área específica para la anotación de un gol, que siempre está emparentada con la presencia de una tercia de postes, pero que a lo indispensable un par de piedras paralelamente alineadas puede ser suficiente, en un llanito de pasto o en una superficie de concreto o en un pequeño espacio de tierra.
Mencionar este aspecto parecería ser redundante, y de poco sentido, sin embargo, esto cobra sentido al ponderar cómo en los últimos 50 años en el mundo del fútbol se hace notable el ánimo de extracción de plusvalía y la convicción por la reproducción ampliada del capital en torno al mismo, a partir de una visión que progresivamente decae en lo deportivo pero aumenta en el circuito de la expansión de negocio.
A nivel de la imagen física de los futbolistas llama la atención como en los últimos 20 años se prioriza que el jugador de alto nivel no solamente ostenta y desarrolle un cuerpo trabajado en lo atlético como resultado de extenuantes jornadas de sacrificio en la sala de pesas, incluso por encima del ensayo de condiciones futbolísticas a nivel técnico y de talento, con una imagen de fortaleza cabal con músculos altamente tallados y visibles, que pueda vender anuncios de marcas de ropa deportiva o que haga que quede muy bien el vestir uniformes y outfits deportivos con un objetivo de imagen de negocio muy suculento, sino además, pareciera que el reclutamiento de jugadores también revisa y se preocupa porque el rostro y las condiciones estéticas de los futbolistas sean concomitantes con los criterios de marketing necesarios para actuar como modelos o como imagen de anuncios de indistinta envergadura de mercado.
En el mundo del fútbol es muy factible de repente ver un binomio de jugadores con un alto desarrollo músculo y atlético y con una presencia ejecutiva o de arraigo de imagen muy adecuado para las campañas y agencias de marketing.
Luego, a nivel de la reflexión periodística en torno al fútbol se sigue hablando de aspectos tácticos y de aspectos meramente deportivos pero al mismo tiempo, en la misma medida, los periódicos deportivos y los medios de información y los analistas sopesan y ponderan las cuantiosas cifras que a través de fichajes, contratos, márgenes de venta, derechos de imagen, y un circuito más ampliado de negocio en torno al fútbol se da de forma permanente; y, así también, la presencia de promotores y de empresas que ocupan todos los reductos de negocio que en torno al fútbol se puede expandir.
Eduardo Galeano anticipaba que el fútbol progresivamente iba a decaer como deporte y juego para divertirse y que aumentaría su estándar de mercado, y al año 2024, es posible derivar del futbol la expresión de un mercado auténtico con un circuito de negocios multifactorialmente presente.
Ahora bien, en torno al fútbol, es posible ver la consagración de negocios con una independencia funcional pero que depende de este juego, como puede ser la expansión comercial a partir de derechos de transmisión de televisión o de plataformas hoy en día que transmiten partidos, el acomodar anuncios de múltiples productos que caben como patrocinios o como marcas patrocinadoras de transmisiones de partidos que van desde refrescos, bancos y aseguradoras, productos deportivos, productos comestibles y otros tantos, hasta, las alianzas comerciales que los clubes de fútbol de alto nivel tienen con marcas globales y de orden transnacional, para nombrar los recintos y los estadios con un nombre específico acompañado de una marca, por eso existen cosas así como Estadio BBVA o Estadio Akron, y así igual en muchas partes del mundo.
Sobre el elemento mencionado en el párrafo anterior podríamos también citar la presencia de las casas apostadoras, ya no solo como disposiciones azarosas para que el aficionado, que en la actualidad del mundo de fútbol es visto como un cliente y como un potencial agente de mercado, dispone de sus propios recursos para jugar en diversas estrategias de azar en una ostentación como de enajenado, sino también la presencia dominante de estas casas apostadoras como patrocinadores oficiales de torneos nacionales e internacionales, siendo juez y parte en la presencia funcional del mundo del fútbol.
¿Será que los románticos, soñadores, y nostálgicos aficionados al Buen juego irán quedándose de a poco defraudados? Es evidente que el buen nivel del fútbol cada vez se ve violado y afectado por esta lógica de negocios multifactoriales que repercuten en su desenvolvimiento como un simple deporte que al nivel de la observación, y de la práctica para quienes contentan capacidades físicas, es un juego divertido pero un simple y maldito juego al fin.
Vivimos la época donde el negocio marca el compás de movimiento de este deporte.
Por Víctor Manuel Del Real Muñoz