Una de las características más presentes en la vida del ser humano es la búsqueda constante de todo, literalmente de todo.
Todo, en un contexto así, implica la cantidad ilimitada de pretensiones de experiencias y de conocimientos y de aspectos de acumulación y de seguridad y de referencia y de bases para conllevar con un sentido la vida y de todo aquello que el ser humano cree le otorga felicidad y sentido.
Si vemos, antes que otra cosa, las redes sociales y las aplicaciones y las plataformas son ecos de múltiple información que desembocan en un mar interminable de experiencias que la mente asimila y anhela en un margen de tiempo corto.
A veces, un rato en el transporte público, sobre todo el metro por la cantidad de gente en un mismo instante, es suficiente para ponderar el cúmulo de anhelos y deseos y ansia de búsqueda que el ser humano, acompañado de su supervivencia, lo cual esto último no tiene ningún tipo de reproche ni de cuestionamiento, pero que si encausa para darle sentido a su vida.
Cada quien defiende su causa, pues cada quien tiene sus necesidades que, antes que otra cosa, son derivadas de las pretensiones que tiene la mente.
En ese sentido, se entiende que la trayectoria de vida del ser humano está plagada de búsquedas y de anhelos que conllevan problemas y soluciones que, de forma dialéctica y continua, aparecen en el transcurso del caminar por la vida.
Y es en ese sentido que el mercado aparece como un ser sin forma que provee de los objetos adecuados, tanto para los problemas como para las soluciones mismas, y en todas opera con el mismo criterio de venta, con un marketing previo, que alimenta un sistema económico que no se cansa de acumular y de ganar.
En ese sentido el mercado es frío, imparcial y neutro porque lo que le interesa es vender para alimentar un sistema que vive de la explotación y que acumula utilidades. El mercado dice: De lo que quieras o necesites, tengo.
El mercado te provee de soluciones en el idilio y en la decepción, es decir, en toda tu campana de Gauss que implican los ciclos de interminable naturaleza que han compuesto tu vida.
¿Usted hace ejercicio? ¿Usted no hace ejercicio? No se preocupe, el mercado le tiene soluciones en sus anaqueles para ambos contextos.
Para donde usted mire, y si usted es capaz de reflexionar por sobre todo aquello que en su vida despierta un sentido o un agrado o un anhelo o un deseo, lo cual vale decir, tampoco es digno de cuestionamiento o de crítica, simplemente vale acotar que está dominado por el mercado y que en la mayoría de las ocasiones todo ese kit de gustos y costumbres que usted ostenta pertenecen a una repisa más del mercado.
Todo vende en el capitalismo.
El mercado capitalista sin la mente humana ávida de experiencias y de nuevas circunstancias y de nuevas búsquedas no existe, y por el contrario, el desarrollo del mercado es concomitante y paralelo, al mismo tiempo, del desarrollo de todas las ideas mentales y del ánimo de vivencias y experiencias inéditas, nuevas, especiales, inesperadas, que el ser humano necesita para darle un sentido a su vida.
El mercado juega en ese sentido con las necesidades incluso existenciales del ser humano.
¿Hasta qué punto, desde una dimensión no cuantitativa, el capitalismo es el responsable de todos los males en cuanto a lo emocional y lo psicológico del ser humano?
Son tantas las tentaciones y es tanta la información y son tantos los caminos, las soluciones y las ofertas disponibles que se entiende por qué el ser humano promedio luce saturado en su día a día cotidiano.
Por Víctor Manuel Del Real Muñoz