Chamarras de cuero, vaselina y mucho rock: El recuento de una noche Psychobilly. Por Eduardo Villalobos

En mis andares por esta existencia loca he explorado muchas cosas y, entre todas ellas, la música se convirtió en una forma de vida y una necesidad, desde la rigurosidad de la academia que exige un duelo con los extraños pero hermosos dibujos que forma cada partitura, hasta momentos en los que la energía se apodera de mi cuerpo, como un volcán en erupción, imparable, colosal, que no llegará a su fin sin haber alcanzado su clímax, tan sólo para volver a comenzar.

Es por ello que en esta ocasión les entrego una crónica de una noche peculiar y pintoresca, en la que la noche se vistió de cuero y se peinó con vaselina, para bailar al ritmo del Psychobilly, género urbano ampliamente conocido en el llamado “underground” y, por mucho, una propuesta que vale la pena descubrir, para aquellos que no tienen el gusto. No por nada se mantiene vigente desde 1970.

A manera de resumen, para contextualizar este artículo, deben saber que el género tiene su origen en la fusión del Rock and Roll, el Rockabilly y, en variantes más enérgicas, con el Punk. No obstante, al igual que en el resto de opciones musicales, su evolución incluye la incorporación de otros ritmos afines que enriquecen sus bases rítmicas y armónicas relativamente más alejadas, aunque dentro de la rama del Rock, por ejemplo, el Blues, el Trash, el Surf e incluso la música Country.

La línea argumental de las composiciones, cuando tienen letra, se centra en aspectos relacionados, principalmente, con el género de terror, con énfasis en personajes como vampiros, hombres lobo, fantasmas, zombis e incluso seres alienígenos; sin embargo, ocasionalmente, el contenido puede ser sustancialmente diferente, con una tónica mucho más emotiva e incluso romántica.

A nivel agrupación, la alineación fundamental se integra por guitarras con distorsiones, batería y, el sello particular, el contrabajo, el cual se interpreta con la técnica denominada slap (Simple, doble o triple), cuya función es acentuar y reforzar el ritmo, que normalmente corresponde a compases de cuatro cuartos. El contrabajo es el alma del género, proporciona una sensación galopante llena de energía, además de ser un show no sólo auditivo sino visual, ya que el instrumento propicia la ejecución de algunas técnicas o rudimentos que asombran al público, desde invertir la posición de la mano que se posiciona en el puente, hasta acrobacias, literalmente acrobacias, sobre el mismo. Si no lo han presenciado, deben hacerlo, es todo un deleite.

En cuanto la estructura de las canciones, no suelen ser muy complejas, ya que usualmente se ejecutan en tonalidades menores, en las que se añade una escala armónica menor (quizás el rasgo armónico más distintivo), que añade un toque de misterio, para crear una atmósfera fantasmagórica. En lo que atañe a sus secciones, estas incluyen las siguientes partes: introducción, estrofas, coro, solo instrumental, puentes, repetición de estrofa y/o coro y, en algunos casos, una secuencia final.

Con lo antes dicho, puedo narrarles que el sábado pasado, se realizó un evento cuyo motivo principal fue la corriente Psychobilly, en un lugar legendario de la Ciudad de México, cuyo nombre no puedo mencionar, pero que es ampliamente conocido por vender pulque, en el corazón de la Colonia Doctores, en la Alcaldía Cuauhtémoc.

El desfile comenzó con una parte de los asistentes cuya indumentaria era ad hoc al género, chamarras de piel, pantalones de cuero o vinil, medias de red, así como el peinado pompadour tan característico; es decir, hombres con copete abultado al puro estilo de Elvis Presley, e incluso un tanto más extravagante, casi como el que usan en el Punk.

El evento inició sólido con la protesta de Nunca Seré Policía, que a pesar de no integrar en su alineación un contrabajo, sus canciones convocan de alguna manera a la anarquía, particularmente con la que lleva el nombre de la agrupación. Con una ejecución breve, formaron el preámbulo de lo que sería el resto de la noche: adrenalina al unísono del grito Psycho!

Continuaron con el show The Rotten Bones (Mi agrupación, de la cual, para no pecar de soberbia, hablaré poco), con composiciones que introducían la temática del género, como Road of Hell, Spanish Bite o The 4 leg Spider. El contrabajo retumbaba al mismo tiempo que los slaps acompañaban a la batería, como un tren sin frenos que no tiene destino conocido.

Siguieron los talentosos Killer Wolf, quienes comenzaron tranquilos para convertirse en una montaña rusa de adrenalina, justo como el carrito que sube lentamente por la cuesta inicial, para asimilar la potente descarga de adrenalina que se avecina. Ejecutaron impecablemente sus temas, con una alineación de lujo que puso a bailar a la gente para después cerrar con un intenso slam al ritmo de Bastard Son.

La fiesta continuó con T-Rexxx, con una propuesta más relajada pero no por ello menos agradable. En sus composiciones se aprecia la influencia del Psychobilly tradicional o, en términos más urbanos, de la Old School. Además que destacó su participación por ser la única agrupación con una mujer al frente, tanto en el contrabajo como en la voz. Su estilo más suave y misterioso se siente como una caminata entre neblina, sensación perfecta para la temática el género.

Siguió el turno de The Mighty Dead Rabbits, invitados internacionales que deleitaron a los escuchas con poderosas notas que salían del alma del contrabajo y de la garganta de su vocalista. Las tablas se hicieron notar en la fina técnica con la que se ejecutaban las líneas del contrabajo cuyo impetuoso ejecutante parecía no conocer el descanso, alentado por el ambiente impuesto por su voz que, con falsetes y portamentos, conectaron con el público para desatar un completo desenfrene en la pista de baile.

No puedo cerrar esta entrega sin referir la colosal participación de otra agrupación mexicana llamada Atomic Psychos, quienes además de tener una propuesta intensa, coronaron su participación con caracterizaciones y vestuario. La energía que transmitieron se hizo notar en la participación de las personas que escuchaban atentas, mientras dejaban llevar sus cuerpos con el influjo de la música, acelerada, contagiosa y frenética. Sin duda una muestra de pericia en el escenario y horas de trabajo magistralmente ejecutado.

Sin duda fue una noche particular en la que el talento urbano se hizo presente, como una prueba de que el arte tiene múltiples manifestaciones, tantas como la misma diversidad entre las personas que, a pesar de todo, enriquecen a la colectividad. Así, no me queda más que seguir haciendo el mismo llamado al público lector: Apoyen el arte, a los artistas independientes y consolidados pues, detrás de cada show que se ejecuta en un escenario, hay un largo camino de esfuerzo y preparación cuyo objetivo es, en primera y última instancia, satisfacer las necesidades del alma. Psycho!

Les dejo algunas ligas en las que pueden encontrar el trabajo de los participantes. En orden de aparición:

Nunca Seré Policía: https://www.youtube.com/watch?v=jIUrQ4aHeog&ab_channel=_Palevision

Rotten Bones: https://www.youtube.com/watch?v=csVX2LD9G2g&ab_channel=PHMunderground

Killer Wolf: https://www.youtube.com/watch?v=Wsk322jEZOg&ab_channel=SundaeSessions

T-Rexxx: https://www.youtube.com/watch?v=dC8dAsWf_ME&ab_channel=katrat

The Mighty Dead Rabbits: https://www.youtube.com/watch?v=t48bQGofdBM&ab_channel=MightyDeadRabbits-Psychobilly-

Atomic Psychos: https://www.youtube.com/watch?v=scq2lYVikvM&ab_channel=AtomicPsychos666

 

“Si no conoces la calle, no conoces el Rock”.

-Calavera

 

 

EDUARDO VILLALOBOS

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Maestro en Finanzas por la Universidad del Valle de México, es licenciado en Derecho y licenciado en Economía, graduado con mención honorífica, por la Universidad Nacional Autónoma de México; además es músico egresado de la Escuela de Iniciación Artística número 1 del Instituto Nacional de Bellas Artes, autor del poemario Cartas a la Lluvia, y colaborador de la revista 13 de abril, desde abril del 2021.

 

Correo: mevo_vook@hotmail.com                FB: Edward Wolvesville

 

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