Soy un fiel creyente de que, en ocasiones, el nombre de las personas o las cosas representa algo más profundo que un simple medio de identificación, van más allá, como una premonición o un símbolo. Considero que lo anterior es el caso de la enorme artista de quien les hablaré en esta entrega, la saxofonista Alma Rodríguez, cuya pasión y técnica demuestran que la música se convierte en una extensión del alma, a través de su instrumento que, al escucharlo, es como si estuviera hablando; su aliento se convierte en la voz que declama las notas que emergen, como si, por azares del destino, de un poema se tratase. Así, en medio del mundo de los instrumentos de viento-madera, destaca una instrumentista excepcional, cuya historia es un viaje a través de la excelencia y perseverancia.
Previo a compartirles mis gratas impresiones sobre su arte, es obligatorio introducirlos a la prolífica vida de Alma Rodríguez, quien tiene una sólida y reconocida trayectoria que le ha permitido expresar cristalinas emociones con sus ejecuciones, y con ello llegar al lugar en el que, merecidamente, hoy se encuentra.
La Ciudad de México no sólo es reconocida por sus bellezas y diversidad, sino también por ser la cuna de talentosos artistas, como Alma, quien es originaria de la Capital, en donde se ha desarrollado tanto académica como laboralmente. Por cuanto a este primer aspecto, deben saber que la Maestra no se conformó con el talento natural con el que fue bendecida, sino que se sumergió en el estudio formal de su instrumento en la prestigiosa Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en donde perfeccionó sus habilidades bajo la tutela de distinguidos maestros y dentro de la cual obtuvo una de sus diversas y singulares distinciones, por el hito que significa, ya que en una institución de tan larga historia y tradición, ella se convirtió en la primera mujer saxofonista en titularse.
Su formación también incluye estudios de especialización, en los cuales mostró un gran aprovechamiento académico que le valió la mención honorífica en la obtención del grado de Maestra en Interpretación Musical, bajo la dirección de la Dra. Susana González Aktoríes y el Dr. Gabriel Pareyón, además de la nominación a la medalla Alfonso Caso, que es la máxima distinción que realiza la Casa de Estudios mencionada.
Durante sus años de formación, destacó como una intérprete excepcional y su talento pronto se vería recompensado en múltiples proyectos artísticos en los que se puede percibir su gran técnica y expresividad que dejan una huella imborrable en su público, ocasionado por su virtuosismo en el saxofón y su capacidad para conectar con su audiencia de una manera profunda y conmovedora.
El impacto de Alma no se limita a sus proyectos en solitario. A lo largo de su carrera, ha colaborado con influyentes y reconocidas agrupaciones de la escena musical mexicana, entre las que destacan la Orquesta Sinfónica Nacional, la Orquesta Filarmónica de la UNAM (OFUNAM), la Orquesta Sinfónica del Estado de México, entre otras. Asimismo, su creatividad la ha llevado a explorar otras vertientes de las que nacieron proyectos dirigidos a la música de cámara, como los ensambles Nectli Cuarteto de Saxofones, Alevare Tango Quinteto, Los Transax, Saxtlán Cuarteto de Saxofones, entre otros.
Dada la coyuntura actual y el auge de la ideología de género, no cabe duda de que Alma ha dejado una marca indeleble en el mundo de la música y su ardua lucha por reivindicar, hacer visible e incentivar el trabajo de las mujeres en el arte, de la mano del Cuarteto Latinoamericano de Mujeres Saxofonistas (CLaM) y la colectiva Las Montoneras.
Es importante destacar que su contribución en Las Montoneras este es enorme pues, como les he referido en otra entrega[1], durante los primeros meses del hoy lejano 2020, Alma construyó los fundamentos de la Colectiva, cuando convocó a diversas compositoras para componer obras para saxofón con temática feminista, es decir, desde la concepción de la mujer. En otras palabras, Alma es la creadora de una de las agrupaciones más disruptivas –en mi opinión- del medio artístico, por lo que su legado permeará en la forma en la que apreciamos el arte y perdurará por mucho tiempo. Les recomiendo ampliamente conocer el trabajo de Las Montoneras, es una labor noble y admirable.
Sobre la manera en que interpreta la música, puedo decirles que además de una técnica pulida y precisa, se aprecia una gran versatilidad que se adapta a cualquier estilo, desde el tango hasta la legendaria Llorona; desde lo clásico hasta lo contemporáneo, porque el saxofón no sólo es la voz del Jazz.
En ensamble, debo recomendarles la interpretación que tiene del primer movimiento del Cuarteto para saxofón del compositor estadounidense Philip Glass, junto con Saxtlán Cuarteto de Saxofones. Aunque de primera impresión dicho instrumento podría parecer duro, por cuanto a su sonido, lo cierto es que al escuchar su versión se siente todo lo contrario, es una textura sedosa, suave y delicada para el oído, con cambios de intensidad perfectamente logrados en una atmósfera que llama al misterio, a la melancolía y, por instantes, a la esperanza, como un haz luminoso que abre repentinamente el cielo nublado.
En lo individual, definitivamente cualquiera de las interpretaciones de las canciones compuestas por las compositoras de Las Montoneras, aunque, personalmente, les recomendaría escuchar dos, la primera es Danza por todas, de Lorena Ruiz, que además de ser una muestra de que una composición seria puede estar llena de sabor, también se ha convertido en una especie de emblema de la colectiva. A nivel interpretativo, requiere una gran concentración, dado que la ejecutante debe tocar el saxofón sin perder el ritmo de una suerte de cascabel atado a uno de sus tobillos. La segunda es Exilio, de Nubia Jaime, la cual es como un diálogo en solitario, una introspección llena de ideas, contrastes, catarsis, en fin, una explosión de emociones, no sólo exquisitamente expresadas sino apropiadas en su totalidad por Alma en su magnífica interpretación. Una obra reflexiva en toda su extensión.
Finalmente, de manera sintética, me gustaría resaltar su habilidad para transformar emociones y sentimientos en algo casi tangible a través de su saxofón, así como su compromiso con la innovación musical, lo que en conjunto la convierten en una figura merecidamente destacada de la escena musical, que vale totalmente dedicarle tiempo para conocer a profundidad. Su historia es un recordatorio de que, en el mundo del arte, el talento y la pasión pueden trascender fronteras y dejar una huella perdurable, tanto en los corazones de todos aquellos que tienen el privilegio de escucharla, como en cada una de las acciones que emprende para divulgar, crear o ejecutar música u otras actividades, como su incursión en estudios de interdisciplina, semiótica, interpretación musical, pedagogía e incluso estudios de género ¡Bravo, Maestra!
Si gustan disfrutar de su talento, pueden hacerlo a través de las siguientes ligas:
Saxtlán: https://www.youtube.com/@saxtlancuartetodesaxofones3859/about
CLaM: https://www.youtube.com/@clamcuartetolatinoamerican2445/about
Las Montoneras: https://www.youtube.com/@lasmontonerascolectiva
“Empléate a fondo en todo lo que haces. Es divertido tomárselo en serio”.
-John Coltrane
Mario Eduardo Villalobos Orozco
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Doctorante en Finanzas por el CESCIJUC, Maestro en Finanzas por la Universidad del Valle de México; es licenciado en Derecho y licenciado en Economía, graduado con mención honorífica, por la Universidad Nacional Autónoma de México; además es músico egresado de la Escuela de Iniciación Artística número 1 del Instituto Nacional de Bellas Artes, autor del poemario Cartas a la Lluvia, y colaborador de la revista 13 de abril, desde abril del 2021.
Correo: mevo_vook@hotmail.com FB: Edward Wolvesville
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[1] Vid. Villalobos, M. (2022, noviembre). Las Montoneras: Sororidad, talento y hermandad. 13 de Abril. https://13deabril.com/las-montoneras-sororidad-talento-y-hermandad-por-eduardo-villalobos/