Inicia el 2024 y sus primeros días me recuerdan que en algún momento de mi vida tuve el honor y placer de dedicarme al derecho agrario, de lo que aprendí que no sólo se trata de “contar pollos y vacas”, como vulgarmente suele decirse. Nada de eso. El derecho agrario y su relación con el agrarismo mexicano, es una parte del pequeño pago de la deuda histórica que México tiene con el campo, es una enorme y digna victoria de los campesinos sobre la injusticia, la desigualdad y la opresión; es un lugar en las páginas que se han escrito en nuestro país, ganado con sudor y sangre.
Seguramente se preguntan a qué viene todo esto, si este espacio lo ocupo habitualmente para escribir sobre temas artísticos. Para responder la pregunta, a continuación, contextualizo el artículo para visualizar el vínculo entre el agrarismo y el arte, es interesante.
El 6 de enero se festeja el Día de Reyes y el Día de la Enfermera; sin embargo, dentro de las efemérides se encuentra un hecho de importancia que pasa desapercibido, que es la conmemoración de la publicación de la Ley Agraria de 1915, impulsada por Venustiano Carranza, entonces Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, con la intención de atender la principal demanda campesina durante la Revolución Mexicana, que fue la restitución y dotación de tierra a los pueblos, lo que originó múltiples expropiaciones (Principalmente a terratenientes) para dar inicio a la etapa del reparto agrario, la consecuente creación de ejidos y, con ello, impartir justicia a los trabajadores agrícolas. Sobra decir que este movimiento fue encabezado por importantes figuras de la historia, como Emiliano Zapata, principalmente en el sur, y Francisco Villa, con mayor influencia en el norte, aunque con algunas diferencias ideológicas respecto de la repartición de tierras.
La lucha agraria no sólo vería su triunfo en un ordenamiento secundario, ya que se concretaría en un nivel superior, como un legado para el mundo entero, pues el Congreso Constituyente de 1917 incorporó en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, por primera vez en la historia, los derechos sociales. Vaya proeza.
Naturalmente, un movimiento social de tales proporciones, no sólo tuvo influencia a través de levantamientos armados que repercutieron en las decisiones políticas y jurídicas de un México convulso. El agrarismo también se valió de otros canales para esparcir la cruda realidad de los campesinos mexicanos y con ello crear conciencia de las necesidades que tenía (y sigue teniendo) un sector catalogado, por desgracia, como vulnerable. Aquí es donde entra el arte, como un medio de expresión y comunicación.
El agrarismo fue inspiración de diversos artistas mexicanos, quienes abordaron el tema a través de sus obras. Una de las ramas que destacaron fue el muralismo, en la que grandes figuras contribuyeron a representar la realidad social rural, como Diego Rivera, con su famoso mural “Canto a la tierra”, que representa escenas agrícolas y la importancia del campo, o “Zapata líder agrario”, en honor al Caudillo del Sur.
Asimismo, también se dieron otras manifestaciones en ramas como la pintura, con Francisco Zúñiga, quien plasmaba la vida campesina, o en los grabados, con Arturo García, miembro del icónico grupo “Los Fridos”, con obras abiertamente agraristas, como “Proclama”, “El descontento de los campesinos obtiene su respuesta” o “La muerte del agrarista José Guadalupe Rodríguez”, entre otras.
Esta ideología también se exploró en otras vertientes artísticas, como la literatura, en la cual se puede mencionar como ejemplo la novela “Los de abajo”, de Mariano Azuela, o “Pedro Páramo”, de Juan Rulfo, que pone de relieve magistralmente la pobreza y opresión en el sector rural. De igual manera, esta corriente también tuvo eco en la música, en donde destaca la canción “Corrido del agrarista” (Himno Agrarista), compuesto por Lorenzo Barcelata, con letra de Ernesto Cortázar, cuyo texto expone puntualmente los ideales campesinos; cito los siguientes versos para ejemplificar: “Marchemos agraristas a los campos a sembrar la semilla del progreso, marchemos siempre unidos sin tropiezo, laborando por la paz de la nación”, “Nuestro lema es el trabajo, queremos tierras y arados, pues la patria necesita de sus campos cultivados”.
Por otra parte, es de mencionar que los simpatizantes de esta corriente tenían claro que para que el sector agrario progresara, no sólo hacía falta la repartición justa de la tierra, sino campesinos que, a través de la educación, tuvieran la capacidad de contribuir a la solución de los problemas del medio rural, desde la perspectiva de la explotación de la tierra y no del hombre.
Es así como vio la luz una de las instituciones educativas más importantes de México, la Universidad Autónoma Chapingo (Antes Escuela Nacional de Agricultura), cuya finalidad es coadyuvar al desarrollo rural. Un dato curioso y ad hoc a lo que he escrito, es que para dotar a la Universidad de instalaciones, el expresidente Álvaro Obregón ordenó la expropiación de la Hacienda de Chapingo, que pertenecía al expresidente Manuel González[1]. No cabe duda que fue un inicio simbólico.
¿Por qué hago referencia a la Universidad Autónoma Chapingo? Porque dentro de sus bellas instalaciones, se encuentran algunas magníficas obras de Diego Rivera, enfocadas en su totalidad a la ideología del movimiento agrarista mexicano, a través de simbolismos y realidades de la vida campesina, como los murales “Tierra fecunda”, “El reparto de las tierras”, “El buen gobierno”, “El mal gobierno”, y muchos otros que pueden disfrutar en la Capilla de la Universidad. Para mayor detalle del trabajo colosal que hizo el Maestro Rivera, les recomiendo ver el video cuyo enlace les dejo al final del artículo.
Para cerrar este artículo, considero oportuno decir que, en mi percepción, el arte inspirado en el movimiento agrarista, además de ser sumamente prolífico, tiene elementos comunes, sin importar la rama en la que se manifieste, entre los que considero la dualidad entre la crudeza y belleza con la que se expone la realidad de injusticia y miseria que hasta estos días se vive en el medio rural, la lucha social para corregir esos males y las victorias obtenidas, así como el valor de la madre tierra como sustento y origen de la vida. Todos estos elementos se conjugan para dar otra voz y otras formas al agrarismo; su naturaleza es atemporal pues, a pesar de haber pasado ya más de cien años desde la gestación de este importante movimiento, su contenido sigue invitando a hacer una profunda reflexión al respecto, a sensibilizarnos ante la desigualdad y opresión que sufren campesinos, a pesar de que gracias a sus manos llegan los alimentos a nuestra mesa.
Vale la pena repensar al arte no sólo como estética y entretenimiento, sino como un canal de libre expresión de denuncia y protesta, de lucha y resistencia ante la injustica que perdura hasta nuestros días. ¡Zapata Vive! ¡La lucha sigue y sigue![2]
Si desean escuchar el Corrido del agrarista o saber más sobre los murales de la Universidad Autónoma Chapingo, les dejo los siguientes enlaces.
Corrido del agrarista (Parte 1): https://www.youtube.com/watch?v=KuPg_Zyg4n8&ab_channel=Jos%C3%A9Alberto
Corrido del agrarista (Parte 2): https://www.youtube.com/watch?v=nuPL7Jv186M&ab_channel=Jos%C3%A9Alberto
Diego Rivera y los Murales de Chapingo: https://www.youtube.com/watch?v=Az8U3SjLfZE&ab_channel=CanalOnce
“El campesino tenía hambre, padecía miseria, sufría explotación y si se levantó en armas fue para obtener el pan que la avidez del rico le negaba. Se lanzó a la revuelta no para conquistar ilusorios derechos políticos que no dan de comer, sino para procurar el pedazo de tierra que ha de proporcionarle alimento y libertad, un hogar dichoso y un porvenir de independencia”
-Emiliano Zapata
Galería con las obras que se mencionan en este artículo
Mario Eduardo Villalobos Orozco
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Doctorante en Finanzas por el CESCIJUC, Maestro en Finanzas por la Universidad del Valle de México; es licenciado en Derecho y licenciado en Economía, graduado con mención honorífica, por la Universidad Nacional Autónoma de México; además es músico egresado de la Escuela de Iniciación Artística número 1 del Instituto Nacional de Bellas Artes, autor del poemario Cartas a la Lluvia, y colaborador de la revista 13 de abril, desde abril del 2021.
Correo: mevo_vook@hotmail.com FB: Edward Wolvesville
[1] Vid. Universidad Autónoma del Estado de México, (2013). Hacienda Chapingo. http://web.uaemex.mx/identidad/docs/cronicas/TOMO_XII/HACIENDA_DE_CHAPINGO.pdf
[2] Lema que habitualmente utilizan los campesinos y organizaciones agrarias en marchas y protestas.