Una de las características de la existencia humana es el cumplimiento de objetivos, caprichos, metas, obtenciones, logros, títulos, que vistos a la luz de una franca categoría, todo ello, se resume en los deseos de la vida, en el anhelo de cumplir deseos que le dan sentido a la vida en la existencia dentro de este plano físico.
Cuando, de forma milenaria, los filósofos míticos del yoga y de las culturas espirituales más cabales de Oriente, hablaban de la interpretación de la vida desde el sufrimiento, y que en sí la vida es cabal sufrimiento, se refieren a que en sí la vida es un abanico de caprichos, y que en la convicción de cumplir esos caprichos, se sufre y el ser humano sacrifica mucho su estabilidad y su paz.
Cabe destacar que en la interpretación que esos filósofos hacían de esto no existe un juicio moral o de bien o mal, sino que lo hacían desde la mayor y cabal honestidad posible, en torno a una neutralidad de la valoración de que en sí la vida es sufrimiento.
Por supuesto, y mas en un mundo convulso como el que tenemos, en ese espacio no se asiste a incentivar en la gente un ánimo de NO obtener cosas en la vida, por el contrario, desde este espacio se celebrará siempre que las personas puedan cumplir sus metas más íntimas y se puedan acomodar de la manera más favorable posible las circunstancias en el conllevar de la vida de esas personas.
Ricardo Flores Magón no se equivocaba cuando decía que el ser humano tiene derecho a ser libre y a ser feliz, cumpliendo sus pretensiones dignas y sabias para la vida.
Gestar un logro personal, por más humilde y sencillo que sea, es una de las experiencias más hermosas que un ser humano puede tener en su cotidianidad.
Simplemente es menester hacer una reflexión profunda de cómo a veces, los objetivos de la vida, conllevan sufrimiento, y en el fondo, ante la ausencia de estos logros o de estos aspectos que la vida tiene ganas de cumplir, el ser humano sufre, desnudando una obsesión y una cabal enajenación por el cumplimiento de los logros que en teoría le dan sentido a la vida.
Maquiavelo decía que el fin justifica los medios, y a veces si esos medios son difíciles o dolorosos, mientras los objetivos sean cumplidos, en la lógica de muchas personas la inercia de la vida ha valido la pena para el caso concreto de obtención de un algo en particular.
Si nos damos cuenta los deseos y los anhelos y las pretensiones y los caprichos y las cosas que le dan rumbo a la vida son experiencias que percibe la mente, son simplemente formas que se posan ante la interpretación mental, entendiendo que en sí la vida es una interpretación mental desde la funcionalidad de un individuo o de un supuesto individuo.
Y a su vez es irónico, que a partir de esta tesitura que pudiera ser psicológica y hasta filosófica, el funcionamiento de la ley del valor en el mercado capitalista se aprovecha de esta condición para expandir de forma ilimitada los alcances progresivos del mercado, para cumplir la venta de experiencias.
Por Víctor Manuel Del Real Muñoz