DigItalizArte: Arte e Inteligencia Artificial

Avanzar es una ley de vida, evolucionar, transformarse y adaptarse para no morir en muchos sentidos, como quedarse en el pasado o ser superado por la innovación, hoy representada por el auge de la inteligencia artificial (IA), que se ha convertido en una revolución en prácticamente todo y, por supuesto, el arte no está exento.

La IA es un tema de actualidad que ha dividido opiniones en toda la población que la ha usado, o bien, que ha escuchado hablar de ella, y no es para menos, ya que pone de manifiesto no solo sus bondades, sino las deficiencias que tenemos como humanos, es decir ¿Realmente estamos preparados para estos cambios tan vertiginosos? ¿Es verdad que la IA va a sustituir a las personas en su empleo? ¿Es una enemiga o una aliada en las tareas del día a día? Y, enfocado al arte ¿Desaparecerá la labor del artista frente al desafío que implica? En esta entrega daré mi opinión al respecto, pero sobre todo, dejo estas líneas para su reflexión, aunque no sean artistas.

Antes de continuar con el punto medular de la entrega de hoy, vale la pena contextualizar que la IA, como una vertiente del vasto mundo tecnológico, ha hecho más eficiente la ejecución de los procesos analítico-productivos, e incluso los creativos, a través del procesamiento de grandes cantidades de datos, mediante el reconocimiento de patrones. De acuerdo con el SAS Institute “La inteligencia artificial funciona combinando grandes cantidades de datos con procesamiento rápido e iterativo, permitiendo al software aprender automáticamente de patrones o características de los datos[1]. Tal característica permite que, a través del autoaprendizaje, la IA genere nueva información con mayor rapidez y, en algunos casos, con mayor precisión, en comparativa con un proceso humano.

Aunque puede parecer un invento concebido en nuestros días, la realidad es que la IA es un término cuyo origen data de los años 50, aunque con algunas diferencias, pues entonces funcionaba con una base de conocimientos y algoritmos para representar el saber humano, así como para generar conclusiones[2].

Desde entonces ha progresado y mejorado a pasos agigantados que se pueden describir, de forma general, en tres etapas, de 1950 a 1970, con las redes neuronales; de 1980 a 2010, a través del aprendizaje automático o Machine Learning; y finalmente en la actualidad, con el enfoque del Deep Learning.

Tanto el Machine Learning como el Deep Learning me han inspirado para escribir esta entrega, ya que ambos subcampos de la IA impactan directa y profundamente en el proceso creativo, por lo que considero que existe una clara relación entre el arte y el infinito de posibilidades que ofrece esta tecnología. Me explico.

De acuerdo con Alonso-Robisco, el Machine Learning es la base de la IA, a través del aprendizaje automático, ya que parte de un subconjunto de técnicas para que los ordenadores aprendan por sí mismos, en función de los datos disponibles (en este caso en la red), sin que medie una instrucción directa. En otras palabras, esto es lo que permite la existencia de chatbots, como el popular Chat GPT, al cual se le puede preguntar o pedir que haga prácticamente cualquier cosa limitada a texto, en lugar de utilizar un buscador convencional, y que según la revista Forbes es “capaz de generar texto de forma coherente y adaptada a cada contexto de forma muy parecida como lo haría un humano[3]; sin omitir, claro, que gracias a los millones de parámetros con los que cuenta (sí, literalmente millones), es posible crear una conversación genuina, como lo harían dos personas en un café.

Aunado a lo anterior, deben saber que existe otra vertiente de la IA estrechamente vinculada con el quehacer artístico, una que permite el reconocimiento de voz o conversaciones, e incluso crear imágenes, bocetos de pinturas, canciones, libros, guiones de teatro, poesía, novelas, videos musicales…etc., con el estilo y detalles al alcance de la imaginación y el teclado de una computadora. Este tipo de acciones se pueden llevar a cabo a través de la llamada IA generativa, cuya finalidad es la creación de contenido.

Con lo dicho, retomo el argumento de que el debate es amplio, al punto de cuestionar si el uso la IA es un símbolo de mediocridad, ignorancia y falta de criterio, por ordenarle que haga lo que, en teoría, deberíamos hacer en nuestras actividades cotidianas, desde una tarea de matemáticas de tercer año de primaria, hasta un preludio para piano. En contraposición, existe el bando que defiende su uso, del que es miembro su servidor, ya que considero que es una herramienta que pone al alcance de nuestra sapiencia toda la información disponible, de la manera en la que lo busquemos, según nuestras necesidades; nos da la oportunidad de profundizar en el conocimiento de una manera mucho más práctica y rápida. Es una cuestión de criterio, nos ayuda a aprender a pensar a qué queremos llegar, bien a una hipótesis o bien una obra de arte; la IA debe ser útil y jugar a nuestro favor, no podemos volvernos dependientes al punto en el que aquello de lo que más se ha ufanado la humanidad por años se pierda: el raciocinio.

Si juntamos lo que he descrito, es evidente el desafío mayúsculo al que se enfrentan los artistas, así como la pequeñísima línea delgada entre lo ético y antiético, entre el talento y el engaño; entre ser artista y pedir a la IA que lo sea por nosotros. Basta con escribir la idea en el chatbot o aplicación generativa de su preferencia y listo, sean ustedes quienes juzguen el resultado medido en su escala de valores e inteligencia.

Es momento de reflexionar si la aparición irreversible de esta tecnología pone en riesgo la creatividad y originalidad de los artistas, o bien, si la forma en la que tradicionalmente se hacía una obra debe evolucionar, como sucedió con la aparición de Excel, ahora tan indispensable, pero que en su momento se creyó que terminaría con la carrera de muchos contadores.

¿Es realmente una violación a la inspiración utilizar la inteligencia artificial en el proceso de crear una obra de arte o nos ayuda a potenciar nuestras habilidades y dones creativos para tal efecto? Es una interrogante compleja que puede caer en cualquiera de los polos, pero depende de hasta qué punto la IA supla nuestra esencia a cambio de un resultado. Si lo reflexionamos, este aspecto relativamente antiético no se trata de una práctica moderna, es como las llamadas obras de taller, en las que los autores de las obras encargaban la producción a terceros, solo que ahora se hace a través de medios electrónicos.

Por otra parte, también hay ejemplos de personas que entendieron que la evolución es supervivencia y que la adaptación los llevaría a nuevos niveles de creatividad que no se habían visto en otras épocas, como es el caso de Refik Anadol, diseñador y artista turco conocido por su forma de utilizar la IA mediante el uso de arte generativo que combina algoritmos y técnicas de machine learning que generan patrones que dan como resultado formas y movimientos visuales únicos. Para lograr esto, Refik se vale de datos de diversa naturaleza inconexa, como datos climáticos, cuya conversión se transforma en una obra de arte. Es un concepto sumamente interesante, si les da curiosidad, no duden en buscarlo, no se van a decepcionar.

Como el arte de Refik hay cientos de casos en el mundo, artistas que están llevando su talento más allá de sus límites sin perder su sello, aunque desafortunadamente también hay personas que hacen “obras de taller” para reputarse, injustamente, como artistas; sin embargo, aun así, tienen algo de mérito pues, aunque parezca increíble, saber pensar lógicamente para dar una instrucción, requiere de cierto esfuerzo cognitivo, quizás más grande que el que se realizó en cierta obra contemporánea hecha a partir de un plátano, una cinta adhesiva y un muro desafortunado. Si eso es una genialidad, entonces aplica el argumento de mayor razón.

Como ejemplo del poder y alcance de la IA, les dejo este poema totalmente generado con un chatbot:

En abril, mes de flores y de luz,

nace una revista, 13 su nombre clave,

donde arte y tecnología se cruzan,

y la inteligencia artificial es la guía.

Con páginas llenas de creatividad,

se exploran nuevos horizontes y formas,

la innovación y la belleza se unen,

y el futuro se vislumbra en cada norma.

La fecha, 13, un número que destaca,

simboliza la innovación y el cambio,

y en cada edición, una nueva traca,

de ideas y creaciones que nos hacen soñar.

Así, 13 de abril, revista de vanguardia,

nos lleva a un mundo de posibilidades sin igual.

¿Qué opinan, la IA es el principio del fin o el fin que marca un nuevo principio en la forma en la que se crea y se expresa el arte? Hágannoslo saber con un comentario.

Nota: La imagen que ilustra este artículo fue generada con IA en un dispositivo móvil, no tardó más de cinco segundos en crearse.

Mario Eduardo Villalobos Orozco

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Doctorante en Finanzas por el CESCIJUC, Maestro en Finanzas por la Universidad del Valle de México; es licenciado en Derecho y licenciado en Economía, graduado con mención honorífica, por la Universidad Nacional Autónoma de México; además es músico egresado de la Escuela de Iniciación Artística número 1 del Instituto Nacional de Bellas Artes, autor del poemario Cartas a la Lluvia, y colaborador de la revista 13 de abril, desde abril del 2021.

Correo: mevo_vook@hotmail.com                FB: Edward Wolvesville


[1] Vid. SAS Institute. Inteligencia artificial, qué es IA y por qué importa. https://www.sas.com/es_mx/insights/analytics/what-is-artificial-intelligence.html#:~:text=C%C3%B3mo%20funciona%20la%20inteligencia%20artificial,o%20caracter%C3%ADsticas%20en%20los%20datos

[2] Cfr. Alonso, R. Inteligencia artificial y estadística. Estadística española, Volumen 34, páginas 407-430, ISSN 0014-1151. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6570

[3] Vid. Forbes. Chat GPT, el chat de Inteligencia Artificial. https://www.forbes.com.mx/chat-gpt-el-chat-de-inteligencia-artificial/

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