La madre, culto e inspiración

Dedicado a mi madre

Como en otras ocasiones, regreso a las efemérides ¿por qué no?, en esta ocasión el mes y las festejadas lo ameritan, sería un crimen no dedicarle al menos un par de líneas a tan singular e importante festejo. Me refiero al Día de las Madres, por supuesto.

El culto a la figura de la madre es algo tan profundo que sólo puede entenderse como una conexión directa de nuestro ser con la vida antes, durante y después de existir, e incluso como una representación o alusión al componente de divinidad que, asumo, todos tenemos. Personalmente, considero que el amor materno es como el agua, la tierra fértil y la luz del sol para una semillita que busca transformarse en una planta para dar sus propios frutos.

No existe suficiente consenso sobre el origen del festejo moderno, aunque una de las versiones más aceptadas es que en 1872, [1]Julia Ward Howe sugirió la creación del Día de la Madre; sin embargo la primera conmemoración se dio hasta 1907, gracias a Ann Reeves Jarvis[2], quien lo dedicó a su propia madre. De manera oficial, no fue sino hasta 1914 que Woodrow Wilson firmó el reconocimiento oficial.

El día de las madres en México se instituyó hasta 1922, por iniciativa de José Vasconcelos, quien tomó como referencia la fecha reconocida por nuestros vecinos del norte. Me parece curioso que, de acuerdo con la breve investigación que realicé, la elección de mayo para el festejo atiende a otros aspectos, además del día elegido en los Estados Unidos de América, por ejemplo, que dicho mes está dedicado a la Virgen María y al ser México un país católico, era una opción excelente, o bien con algunas festividades prehispánicas relacionadas con la fertilidad.

De igual manera, es importante señalar que no se trata de una fecha generalizada, aunque el objetivo es honrar a las madres en todos los casos, ya que el festejo depende del contexto cultural y del país. Buscando en nuestro pan de cada día llamado internet, encontré cuándo se celebra en algunos lugares:

21 de marzo: Arabia Saudita, Marruecos, Siria

Segundo domingo de mayo: Australia, Austria, China, Croacia, Cuba, Finlandia, Turquía

15 de mayo: Paraguay

26 de mayo: Polonia

14 de octubre: Bielorrusia

8 de diciembre: Panamá

22 de diciembre: Indonesia

Me gusta pensar que el hecho que no sea una fecha única; es para recordar que el amor de una madre, así como sus sacrificios, son constantes, cada día de su vida y es por ello que se festeja y se reconoce su valor prácticamente durante todo el año.

Por otra parte, enfocando esta entrega al tema habitual, no resulta extraño que la figura de la madre tenga una gran influencia no sólo en la vida diaria de los hijos, sino en otras expresiones específicas, hablando en un nivel de abstracción más amplio, como la religión y el arte, en los que se vuelve una directriz, una referencia, iconografía e inspiración.

En el aspecto religioso (que se ha combinado muy bien con lo artístico), la figura de la madre ha tomado un papel tan relevante que, en mi interpretación inexperta, por supuesto, atiende a que incluso un Dios, aun con su omnipotencia, necesita de su madre, o que la vida misma depende de ella, lo que reafirma su importancia y su naturaleza divina.

Se puede encontrar esta situación desde tiempos remotos y en diversas religiones, desde las más antiguas hasta las que persisten hoy día con un gran número de devotos, por ejemplo, el culto a la diosa egipcia Isis, madre de Horus; a Durgā, como manifestación de la diosa madre de todo, Lakshmi o Parvati, en el hinduismo; Hera, en la mitología griega o Juno, con los romanos. En el México prehispánico también se vinculó a la figura de la madre con algo divino, como sucedió con el culto a Tonantzin, Coatlicue, Ixchel o Cuerauáperi, según la cultura de la que se trate.

Entre las religiones con mayores adeptos, destaco el cristianismo, por su influencia en la historia mundial y su importancia que conserva en la actualidad. En su estructura de creencias hay una fuerte carga de culto o iconografía hacia la Virgen María, cuya jerarquía, por llamarlo de alguna manera, incluso fue motivo de discusión, pues de acuerdo con Kaewsom y Prieto, en el concilio de Éfeso se determinó que era la Madre de Dios, no sólo del Mesías o Cristo[3], lo que generó la creación de una rama dedicada a su adoración como Divina Madre.

Como puede deducirse, esta bivalencia de la madre como algo humano y divino, también se ha extendido al arte, como medio por excelencia para plasmar lo más sublime de la existencia a través de la estética. Esta relación ha sido la inspiración de grandes maestros que nos han regalado bellísimas obras en las que interpretaron algún aspecto de la maternidad.

En la música podemos deleitarnos con el Stabat Mater, de Pergolesi, aclamado por su expresividad, que describe el profundo dolor de la madre al presenciar la crucifixión de su hijo; Canciones que mi madre me enseñó, de Antonín Dvorák, que transmite la nostalgia y añoranza del amor a una madre; otras de tono más alegre, como Muttertändelei, de Richard Strauss, que describe el embelesamiento de una madre al mirar a su bebé, o bien, Un meinem Herzen, un meiner Brust, de Schumann, que transmite la emoción de un momento único que vive una madre con su hijo al amamantarlo.

Es posible encontrar otras maravillas en prácticamente todas las ramas del arte, por citar algunas, puedo mencionar Madre e hijo, de Auguste Rodin, en la escultura; en la pintura, Maternidad, de Gustav Klimt, o la versión de Picasso, bajo el mismo nombre; en la poesía (de mis favoritos) A mi madre, de Mahmud Darwish; en cuanto a la arquitectura, es más visible el enfoque religioso, ya que algunas construcciones representan aspectos de la Virgen, como la catedral de Notre Dame, en París. No puedo omitir que en México también se ha hecho lo propio, ya que tenemos el Monumento a la Madre, construido para rendirles homenaje.

En este orden de ideas e intentando condensarlas, considero que el enaltecimiento de la figura de la madre, como la representación del origen y el vínculo con la divinidad, así como fuente de inspiración artística, es algo inherente a los seres humanos, que deriva del amor y del respeto que se le profesa; de la trascendencia que tiene en nuestro devenir, por ser un símbolo de las virtudes y la sabiduría, así como la piedra angular de una familia, porque una madre es invencible, una madre es perfecta, una madre es inmortal.

Para cerrar esta entrega, me permito compartirles un poema que escribí para mi madre:

“Durante siglos las creencias han dicho

que las personas, al morir, van el cielo,

pero, para mí, fanático del amor de mi madre,

tan solo es el manto bajo el que

ella me enseñó a amar la vida.

Si mi lenguaje fuese digno y amplio

inventaría una palabra para nombrar

el lugar al que ha de ir ella

cuando el destino se revele y parta de la tierra,

ese día en que el dolor será tan grande

que, sin duda, perderé la conciencia,

pero cerraré mis ojos para sentirla cerca,

como en los días de mi juventud

cuando bebíamos café por las mañanas

y cuando reíamos juntos por todo,

o porque para reír no se necesita nada.

Qué injusta es esta vida tan efímera,

yo no quiero más justicia en mi mundo

que las tiernas caricias de mi madre

y el sabor de su comida

y el brillo de su sonrisa

que puede quitarme lo muerto que llevo en vida

¡yo no quiero más vida si no es la de mi madre!

el llanto me invade cuando miro sus ojos,

coronados con las estrellas del infinito,

y en ellos veo el reflejo de su rostro

aunque en realidad se trata del mío.

Madre, sin tu bendición no respiro,

el día muere,

la noche muere,

no existe camino.

Átame a tu cabello y llévame contigo,

en tus brazos aún soy niño desnudo,

cubierto de arrugas porque he envejecido.

En tus brazos está la inocencia

que con el tiempo he perdido.

Madre, amor mío,

cuando me mires desde donde no pueda verte,

donde mis manos no puedan tocarte,

ilumina con tu amor mi oscura senda,

posa tus manos sobre mi cabeza

y canta un arrullo a mi oído,

cántame, madre

quiero vivir tranquilo”.

Mario Eduardo Villalobos Orozco

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Doctorante en Finanzas por el CESCIJUC, Maestro en Finanzas por la Universidad del Valle de México; es licenciado en Derecho y licenciado en Economía, graduado con mención honorífica, por la Universidad Nacional Autónoma de México; además es músico egresado de la Escuela de Iniciación Artística número 1 del Instituto Nacional de Bellas Artes, autor del poemario Cartas a la Lluvia, y colaborador de la revista 13 de abril, desde abril del 2021.

Correo: mevo_vook@hotmail.com                FB: Edward Wolvesville


[1] Activista estadounidense, defensora de los derechos de las mujeres y autora de la Proclama para el Día de las Madres (1870)

[2] Activista estadounidense

[3] Kaewsom, T., Prieto, J. (2010). El culto a la madre en el Budismo, The cult of mother in Buddhism.

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