En el pequeño mundo de la música alternativa en México (obviamente el rock incluido), no podemos evitar tener contacto con el jazz. Un género musical ejecutado por músicos de gran destreza, y que, al igual que otros géneros, se divide en subgéneros y estilos que lo diversifican y muestran distintas gamas sonoras, llegando a entremezclarse con más géneros para dar como resultado vastas propuestas.
La incorporación del jazz en los sonidos del rock no es nada nuevo. Históricamente, desde los años sesenta y setenta, el mundo conoció esta mezcla, muchas veces de la mano del rock progresivo: King Crimson, asimiló varias veces esta mezcla con resultados magníficos y magistrales. En México, en varias ocasiones, se hermanaron propuestas musicales como El Ritual, Peace and Love, Lucifer (cuya cantante de origen chileno, Mayita Campos, también lo ha utilizado junto al funk, el blues y el rock). También, el grupo Sacbé, de Eugenio Toussaint, llevó a cabo un jazz electrificado bastante interesante. El grupo progresivo Iconoclasta y, el grupo experimental Decibel, también son conocidos por haber bebido de la fuente del jazz para generar su universo musical. Más tarde, en los años 90, incluso Santa Sabina, en más de una ocasión, logró colocar un poco de jazz en su crisol sonoro, lo mismo que Consumatum Est y, por supuesto, el grupo Nine Rain de José Manuel Aguilera y Steven Brown. Más adelante, aparecieron Cabezas de Cera, célebre banda progresiva y experimental conocida por sus devaneos de jazz y world music.
Sí existen historias donde el jazz ha prestado su estética sonora en bandas de rock. A continuación, mencionaremos tres bandas mexicanas que tienen al jazz como base y, en su actitud y algunos de sus otros elementos musicales, logran que el jazz rockeé para beneplácito de sus seguidores. Cabe señalar que todas siguen activas actualmente.
Los Dorados
Banda conformada por músicos del norte del país y de la capital mexicana. Uno de los principales méritos de la agrupación, aparte de entregar discos, cada vez, muy diferentes entre sí, es la improvisación. Otro de sus méritos es tener una propuesta que “electrifique” el jazz. No se puede hablar de que tengan un estilo, pero sí se puede mencionar su toque tan elegante y, a la vez desenfadado, con el que juegan con los sonidos del jazz y su carga escénica llena de poder. Su álbum “Turbulencia” (2006), juega con sonidos casi lúdicos y de locura; pero si escuchamos su álbum “Incendio” (2008 acompañados de Cuong Vu), entenderemos perfectamente el nivel de sofisticación al que pueden llegar. Por otro lado, su álbum “Good/Evil”(2010), presenta su beta más improvisatoria, guitarrosa y en momentos progresiva. En el grupo han participado Rodrigo Barbosa, Daniel Zlotnik (conocido por colaborar con varios proyectos y solistas como Natalia Lafourcade, Julieta Venegas, Alex Otaola), Demián Gálvez (conocido por ser parte de la banda de apoyo de Ely Guerra), y Carlos Maldonado.
Han pasado por un sin número de festivales, tanto de rock como de jazz, dentro y fuera de México. Una banda independiente con claridad de propuesta y entendimiento con su público.
Los Músicos de José
Si algún calificativo le podemos adjudicar a este combo, sin duda es “juguetón”. El elemento principal de su inspiración, sin duda, es el jazz, pero también toman elementos del funk y uno que otro ritmo latino. También han experimentado en el mundo de los remixes, y han indagado y practicado la obra de Pérez Prado. David López, Aldo Max, Paul Spalla, Miguel Haller y varios músicos más, han colaborado en ese proyecto que empezó siendo una banda para la fiesta de sus cuates. Comenzaron sus andares cuando aún ni siquiera eran mayores de edad y, poco a poco, captaron la atención de propios y extraños. La idea de que el jazz es aburrido no cabe en el universo musical de esta agrupación.
Su disco homónimo (2005), los introdujo a apropiarse de todo el público que fuera posible y sus composiciones rápidamente aparecían en estaciones de radio, tanto de rock como de jazz, así como también en acoplados de ambos bandos. Los temas son del todo eufóricos y llenos de pasajes que al escucha le generan una sonrisa y buen humor; son hasta bailables en el sentido de que incitan al movimiento. “Chicotito Groove” (2008), los dejó por libres dentro del terreno de la experimentación, muy de la mano con el disco anterior, pero también deja en claro que pueden ser, por lo menos en los nombres de las rolas, albureros y echar doble sentido. El sonido es contundente y juega entre el jazz, el funk y el rock. Por otro lado, como ya mencionamos, existe tanto un disco de remixes donde exploran la electrónica e incluso el hip hop, un disco en homenaje a Pérez Prado.
Troker
Esta banda originaria de Guadalajara, Jalisco, es quizá la más arriesgada en propuesta de las tres que mencionaremos y, a su vez, a título personal, la que más me gusta. Ellos, se definieron alguna vez como “la banda que rockea haciendo jazz”, y esa locura es clara tanto en los discos como en vivo, donde la actitud que denotan es completamente explosiva, divertida y alucinante. En su sonido hay uno que otro sampleo e incluso espacio para el uso de tornamesas y scratcheos. Frankie Mares, Gil Cervantes, Samo González, son algunos de sus componentes. Algunos de ellos han estado en bandas como La Dosis y Descartes a Kant, entre otros.
En su discografía habitan “Jazz Vinil” (2008), lleno de elementos de DJ, improvisación, frenetismo y mucho acid jazz. “El Rey del Camino” (2010), advierte desde la portada, una obra brutal y, lo es. Básicamente, es demoledor y envolvente el sonido jazz y la actitud tan agresiva que maneja. Posteriormente, vinieron otros trabajos como “Pueblo de Brujos” y “Crimen Sonoro”, donde dejan en claro que pueden ser incluso sombríos y a su vez elegantes.
Conclusiones
Las décadas del 2000 y 2010, en México, fueron las de mayor desarrollo de estas tres agrupaciones. La vida activa de estas bandas se realizó, mientras en México, reinaba el llamado “indie” y grupos como Zoé, División Minúscula, Porter y Austin TV, dominaban el panorama musical. No obstante, la música alternativa siempre ha sido amplia y de las tres bandas que anteriormente reseñamos, pudieron asomarse y dejarse ver por el público tanto del rock y el jazz.
Otro punto, en donde se cruzan las tres y olvidé mencionarlo, es que en su propuesta y su nivel público no podría haber espacio para elitismos culturales ni de ningún tipo. Quitan la idea de que el jazz es algo aburrido y arcaico, dejan con hambre al espectador para introducirse a la historia de estos géneros… ¡A ver que encuentran!
Helios Rodríguez
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Estudié gastronomía quien sabe por qué, aunque me apasiona la cocina. Apasionado de coleccionar música en formatos físicos. Entusiasta de las artes gráficas y plásticas y aficionado a su práctica. Me encanta el rock mexicano en todas sus expresiones, desde lo muy comercial hasta lo más subterráneo.