Orígenes y arte

Entrevista a Rafael Alejandro Andrade Hernández

Rafael, busca rescatar la forma tradicional en que hacían alfarería nuestros pueblos originarios: modelado a mano, decoración con pigmentos naturales, sin esmaltes; que el olor y el sabor a barro sean parte de la experiencia de tener y usar una de sus piezas utilitarias de autor.

Además, realiza réplicas de piezas arqueológicas que, igualmente, moldea a mano. Considera que nuestros orígenes deben de conocidos, asumidos e integrados: sólo ello permitirá que continúen vivos. En muchos hogares existen réplicas de obras famosas de otras partes del mundo ¿por qué no tener una réplica de alguna de las piezas arqueológicas que distinguen a nuestros pueblos originarios? Tener una réplica es un acercamiento y muestra de orgullo de nuestras raíces.

Otra vertiente de su propuesta es musical. Esta se desarrolla a través de la elaboración de réplicas de instrumentos musicales prehispánicos, su experimentación y difusión. Así, creó “Xólotl”, un grupo musical que recrea atmosferas, que explora la creación musical rescatando y reutilizando instrumentos de nuestros pueblos originarios; asimismo, realiza la difusión de nuestros mitos, tradiciones e historia.

La obra de Rafael Andrade, es un puente de varias vertientes unidas por el arte para rescatar nuestras raíces; es también, una propuesta de experimentar lo antiguo en este mundo moderno, sacar las raíces de los museos, de los libros, para vivenciarlas, para recordar quienes somos como mexicanos.

Rafael, eres diseñador gráfico de profesión, ¿cómo fue que, teniendo una carrera considerada moderna, te acercaste a la tradición ancestral de nuestros pueblos originarios y encontraste en ella tu nueva forma de vida elaborando cerámica, réplicas antropológicas e interpretando música de nuestros pueblos originarios?

Quiero en primer lugar, agradecerte la entrevista, es un gusto. En cuanto a tu pregunta te comento que, aunque siempre he tenido cierta facilidad para el dibujo y la pintura, mi profesión de diseñador gráfico fortaleció mi visión de ser un creador de arte. Esta formación profesional fue un paso indispensable para confirmar este interés que siempre estuvo presente por el arte.

Al terminar la carrera profesional, me desempeñe en el trabajo de diseño durante un par de años; entonces, sí lo conozco y lo trabajé. Mi gusto por esta faceta del arte es muy importante, porque para entender el diseño gráfico tienes que remontarte al origen del arte, del símbolo, de la expresión humana, del porqué de las cosas, de nuestro misterio.

Sin embargo, mi camino estaba en otro rumbo: en mis ratos libres retomaba la pintura y empecé a incursionar en el modelado con arcilla, poco a poco me fui alejando de lo que aprendí en la carrera de diseño para desarrollarme más como un artista plástico, como un artista multidisciplinario que quiere hacer obra propia.

En esta búsqueda de crear obra propia siempre me llamó la atención la fusión de nuestras raíces y el arte. Entonces, de manera digamos natural, me acerque a nuestras raíces culturales porque junto con otros compañeros de la Universidad estábamos ávidos de generar obra propia, obra de nuestras raíces, de nuestra tierra. Obviamente volteamos la mirada a nuestras raíces prehispánicas para encontrar una identidad artística.

Ha sido un camino intenso pero apasionante. Hemos tenido que profundizar a nuestra manera porque no tenemos formación profesional en historia ni en arqueología; hablo en plural porque aparte de la alfarería, formé un grupo musical que interpreta instrumentos prehispánicos y he compartido con ellos este andar en la investigación de nuestras raíces. Este grupo musical fue una consecuencia de adentrarme al estudio de nuestras raíces y querer expresar este gusto que tengo por la música y su relación con nuestra historia originaria.

Así fue como me acerqué y comencé a dedicarme a la alfarería y a la música con bases en nuestros orígenes prehispánicos.

¿Cuál es el objetivo que buscas con tu obra?

Tengo tres objetivos principales. El objetivo primordial es crear obra propia que tenga bases o influencia de nuestras raíces culturales originarias, en cuya elaboración se utilicen las técnicas y saberes de nuestros ancestros. Quiero plasmar en cerámica el mundo de mi imaginación y que éste trabajo sirva como un puente entre la modernidad y el mundo antiguo; que el México contemporáneo se ancle en su rico pasado milenario, no solo con una visión de forma exótica, sino que se entienda que lo encarnamos, que corre en nuestra sangre, que es parte de nuestra herencia indígena y que solo nosotros podemos fortalecerla.

Lo anterior, me ha llevado a un trabajo de investigación para redescubrir y retomar las técnicas y los materiales que usaban nuestros ancestros para elaborar alfarería; así como para entender los principios de estética sobre los cuales creaban. Entonces, realizamos de forma práctica esta búsqueda de técnicas que incluso a la arqueología le cuesta trabajo recrear en sus estudios que realizan, porque mucha información desafortunadamente se perdió. Nunca vamos a saber con exactitud como trabajaron los materiales nuestros antepasados. No hay otro camino que hacer mucha investigación y recrear la información faltante a través del trabajo con los materiales y de la información existente. Este trabajo de rescate y difusión de técnicas y materiales también es otro de los objetivos.

Finalmente, también me interesa promover una tarea intensa de difusión a través de mi obra. Con ella busco transmitir historia e identidad. Nuestros antepasados tienen mucha riqueza filosófica por la cual sentirnos orgullosos de nuestras raíces, por ello, la difusión de ese conocimiento facilita que nuestro pueblo tenga ese gusto por lo propio. Nuestra historia común ancestral, nos une y nos da identidad y puede ser trasmitida a través de mi obra.

En otras palabras, busco traer ese saber o saberes ancestrales a este mundo moderno mediante la creación de piezas únicas que puedan ser utilitarias y cotidianas, como un plato, una olla, un cuenco elaborados lo más fielmente posible o inspirados en como lo hacían nuestros ancestros. Una de mis metas es que este tipo de piezas vuelvan a las casas como un objeto ornamental o utilitario, y con ello, que la mirada de las personas vuelva a nuestra historia y se sientan orgullosos de nuestro pasado, que se fortalezca esa identidad ancestral que tanto nos falta a los mexicanos, que dejemos de ser huérfanos culturales, que conozcamos la grandeza de nuestras raíces.

¿Qué diferencia existe entre la cerámica que se elabora en la actualidad y la que elaboraban nuestros antepasados con técnicas ancestrales?

Teníamos una gran cultura de alfarería, pero cuando llegaron los españoles impusieron su tradición: todo se reducía a fabricar cantaritos, platos y piezas utilitarias. Terminaron con el simbolismo complejo que manejaban los pueblos prehispánicos. En la actualidad en México hay muy buena alfarería, pero es fruto de ese sincretismo; los alfareros continúan enfocándose únicamente en elaborar vasos, tazas, platos, en los que aplican un esmalte brilloso.

La historia del uso de esmaltes químicos en la alfarería no tiene mucho tiempo en México y no forma parte de nuestra tradición original.  A mediados del siglo pasado se empezó a aplicar este esmalte que, por cierto, contenía plomo que cuando la gente cocinaba, se desprendía en micro dosis dañinas que acababan en el cuerpo humano. En el año 2000 aproximadamente, el Gobierno determinó retirarlo del mercado y, se creó otro esmalte, que supuestamente ya no contiene plomo y se entregó a los pueblos alfareros. Esta práctica del esmalte terminó con los acabados naturales que se tenían en la alfarería de antaño, hablando de piezas utilitarias elaboradas para el “refuego” comercial. Sin embargo, hay toda una rama en la cerámica contemporánea en donde se trabajan técnicas muy innovadoras con esmaltes, esa es otra vertiente del oficio artístico cerámico.

Creo que, cuanto más volteas al pasado más valor le das al presente, más lo entiendes. En la actualidad me apoyo creativamente en lo que nos dejaron los antepasados. Para mí, es muy bueno que en el oficio de la alfarería moderna se traten de preservar tradiciones ancestrales, tradiciones guardadas y reflejadas en la riqueza arqueológica de nuestro país. Darse cuenta que, no solo el uso del torno como herramienta para modelar es lo que existe; al visitar los museos arqueológicos te das cuenta de la riqueza de las formas que toma el barro. No solo formas redondas y cilíndricas podemos crear, no solo objetos utilitarios redondos podemos hacer; viendo a los antepasados es como aprendemos a darle otra dimensión al trabajo del barro y la cerámica en nuestro País.

La información que he ido recabando apunta a que los alfareros ancestrales modelaban todo con sus manos (sin torno) y con acabados naturales (sin aplicar esmaltes). Si vas al museo y ves una pieza arqueológica que tenga un acabo brillante muy bonito y te preguntas ¿Qué le ponían los antepasados para lograr ese acabado brilloso? Es un método de alfarería tradicional que se llama bruñir. El proceso consiste en que antes de que seque por completo una pieza, con una piedra pulida como de río o un cuarzo, se talla, se alisa el barro y se obtiene un pulido natural. Este proceso de pulido es tardado, artesanal y ya casi nadie lo hace, por lo cual, los alfareros que producen piezas utilitarias para el refuego comercial prefieren aplicar esmaltes.

Uno de los beneficios de no aplicar esmaltes consiste en que el barro transmite un sabor especial a tus alimentos. Por ejemplo, en las bebidas, como el líquido está en contacto directo con el barro del cuenco éstas adquieren una frescura especial y, como la pieza está húmeda, puedes también estar disfrutando del olor del barro en tu mesa.

Además, las piezas de cerámica en el mundo prehispánico iban más allá de objetos utilitarios, abarcaban el mundo simbólico espiritual donde el barro era indispensable para transmitir un mensaje.  

Digamos, entonces ¿qué el barro era un medio de comunicación o incluso un lenguaje?

Sí, exacto. El barro fue un símbolo de vida, de creación con esencia. Nuestras culturas estaban relacionadas con el estudio y entendimiento de los cuatro elementos que dan la vida: tierra, agua, aire y fuego. En ese contexto de conocimiento, nuestros antepasados mantenían un dialogo con la naturaleza, con los cuatro elementos y desarrollaron una especie de ciencia basada en la forma como se relacionaban con ellos.

Entonces, el barro para nuestros ancestros era un símbolo de vida porque contiene los cuatro elementos de la creación. El barro está formado por los cuatro elementos: la tierra a la que le viertes agua, el viento que seca la pieza y el fuego del horno que cristaliza la pieza. Entonces, todas sus representaciones de deidades tenían esa esencia de vida del proceso de creación a través de los cuatro elementos. Todas las piezas de barro tenían esa fuerza vital, tal y como se aprecia en algunos rituales; por ejemplo, en algunos entierros en los que se han encontrado piezas de cerámica que se ofrendaban al difunto, se encontró que muchas de éstas piezas están rotas por el paso del tiempo, pero otras fueron “sacrificadas”; es decir, fueron rotas intencionalmente como símbolo de muerte.

Definitivamente, el barro se llevó a otras expresiones simbólicas muy complejas. Hay una gran variedad de deidades que se representaban en cerámica. En mi particular manera de entender, no creo que esas representaciones fueran ídolos sino manifestaciones de ciertos fenómenos naturales o culturales; pues, la esencia de esas representaciones son eventos o fenómenos de la naturaleza. Por ejemplo, hay una representación de un viejito encorvado que tiene como una cazoleta arriba, esa escultura es muy famosa, se le llama Huehueteotl, que significa es el dios viejo, pero considero que no es correcta esta apreciación, el significado más adecuado es el fuego viejo, evitando la palabra “Dios”, que es una interpretación europea. Entonces, a través de esta representación nos están hablando del fuego, uno de los elementos primordiales, cuya característica principal es la transformación, la cual se encuentra reflejada de manera cotidiana en la preparación de alimentos y, de manera más enigmática, en los volcanes, en el calor del sol que sentían cuando había sequías que transformaban su entorno. Definitivamente, lo consideraban un elemento que les transformaba la vida en su sociedad. Si queremos acercarnos al entendimiento de los antepasados debemos deconstruir muchos conceptos de origen eurocéntrico.

Otro ejemplo, son las vasijas de Tláloc que son representaciones de las fuerzas del agua y la conciencia que se tenía de este elemento.

Todas estas formas de comunicación eran mensajes específicos y el barro y la cerámica eran los mejores medios para llevarlo a cabo.

Incluso, hay unos platos muy bonitos que se les considera códices. Éstos platos en su decoración traen glifos con información específica, un mensaje. Este tipo de vasijas códice servían para hablar de un hecho histórico, mítico o ritual, estas piezas contenían un lenguaje pictográfico, mensajes específicos bajo ciertas normas.

¿Cuál es el proceso de elaboración que utilizas?

La información que he ido recabando apunta a que los alfareros ancestrales modelaban todo con sus manos. Me he dedicado a seguir esa línea: modelar el material directamente con las manos. Con la practica he desarrollado cierta facilidad para modelar manualmente, no utilizo el torno, me gusta cómo quedan las piezas así, con un toque distinto. Aunque no desdeño el uso del torno, pero prefiero el modelado sin él.

Las réplicas arqueológicas también las elaboro manualmente. Cuando se trata de figuras complejas, muy detalladas; por ejemplo, cuando es un mono sentado que tiene brazos y piernas, es muy tardado porque tienes que ir haciéndola por partes, esperas a que se seque una parte para poder adosarle otra y así sucesivamente.

Cuando hago cerámica utilitaria como ollitas, platos, vasos, cuencos, conservo esa idea romántica de ver las piezas con un acabado antiguo, diferentes una de otra.  En este proceso me he ido formando de manera autodidacta, pero no es por gusto sino porque obviamente no hay quien enseñe esas técnicas tal y como las usaban nuestros ancestros; entonces, el único camino ha sido la investigación. He ido recabando información de técnicas de alfarería y las he estado experimentando por mi cuenta.

En todo este concepto de rescate, la decoración al estilo ancestral es un proceso que sigo redescubriendo. Los alfareros actuales utilizan pigmentos que son a cocción, son pigmentos minerales y, muchos utilizan las técnicas de aplicar esmaltes, pero yo, con esa idea romántica de trabajar las piezas tipo arqueológicas me di a la tarea de trabajar sin esmaltes.

¿Qué piezas utilitarias y que piezas ornamentales elaboras?

Tratándose de piezas ornamentales elaboro todo tipo de réplicas de piezas arqueológicas que son todo un desafío porque no he logrado la maestría de los alfareros ancestrales.

Me hacen encargos de piezas muy variadas. Lo que más me gusta trabajar son recreaciones de instrumentos musicales o las efigies de Huehueteotl y de Mictlantecuhtli. También me gustan mucho elaborar unas piezas geniales de Veracruz que se llaman las Cihuateteo, que son una especie de mujeres con ornamentos muy complejos. Las unas urnas de Oaxaca, son otras de mis piezas favoritas, que representan personajes ataviados con muchos símbolos relacionados con los fenómenos naturales de la lluvia, del agua y el rayo, además de glifos complejos.

En cuanto a piezas utilitarias hago platos, cuencos, ollas y trato de usar decoraciones con símbolos que no necesariamente son copiados de los libros especializados en antropología, sino que me doy la libertad de crear patrones diferentes en los esgrafiados, aplico pigmentos minerales y les doy el acabado tradicional con el pulido manual con piedra. La idea es que sean funcionales. En mi caso, cuando te gustan las piezas arqueológicas muchas veces piensas: “yo quisiera esa ollita y tenerla en mi casa llena de pulque o un mezcal bien helado o una olla para tener agua fresca”. Eso busco, que sea una pieza funcional y que por su elaboración y acabado se vea como una pieza arqueológica, una pieza especial.

También realizó sahumadores, como los que utilizan muchos grupos de danza prehispánica y que están muy de moda. Hago réplicas de algunas piezas arqueológicas de sahumadores muy bonitos, que son más caros que los que normalmente encuentras en los mercados por el trabajo que implica realizarlas a mano, uno por uno, sin moldes. Hacer una de estas piezas me lleva unos dos días y valen arriba de $400.00 pesos, pero es una pieza única, que es lo que yo busco.

Hay artesanos alfareros de Michoacán, Guanajuato, Puebla, etc. que se dedican a hacer sahumadores que elaboran en serie, en el mercado los puedes encontrar uno de estos sahumadores de una forma básica estandarizada en un precio de $50.00 a $60.00 pesos. Entonces todo depende si la persona que compra quiere tener una pieza única, distinta o una pieza hecha en serie; aunque también se ajustan al precio por las posibilidades económicas. Hay competencia con los alfareros que trabajan sus piezas más rápido y no lo demerito, aun así, es muy bonita la cerámica popular.

Indagando en tu página de Facebook, veo que das un curso sobre cómo utilizar los sahumadores y las plantas que se utilizan para ello.  ¿También has entrado a la investigación de la religiosidad o misticismo de nuestro pueblo antiguo?

Acabo de participar en un taller de sahumadores. Este taller tenía como uno de sus objetivos que los asistentes elaboraran su propio sahumador; entonces, mi trabajo fue impartir lo relativo a la alfarería, orientarlos sobre la manufactura de éstas piezas y acercarlos a la historia, la arqueología, a los orígenes y los simbolismos. El taller también abarcaba el lado simbólico de su uso, pero esta parte la explicó otra compañera, yo no me ocupo del lado del místico del uso del sahumador; es un tema complejo y requiere más aprendizaje, solo se da una introducción para que cada persona se dedique a buscar más, sin embargo, conozco algunos rituales según la tradición de algunos pueblos indígenas de los que hemos heredado estas prácticas místicas.

Respecto al lado místico del uso del sahumerio, considero que en la actualidad este ritual se está mezclando con tradiciones de otras culturas y eso no es lo adecuado. Según la tradición no cualquiera puede encender un sahumerio, tienes que tener una preparación para portar un fuego sagrado con el que vas a limpiar tu espacio, tu casa; pienso que en la actualidad no debe ser una práctica tan estricta, pero sí, que se lleve a cabo con el debido entendimiento, no como algo exótico. Considero, que se debe aprender el ritual lo más apegado a nuestras tradiciones y de ahí dilucidar si es la forma en que nos lo legaron nuestros antepasados, toda vez que se trata de aprender del pasado para conocer lo que nos pasa en el presente, pues es lo que heredamos; es un proceso que vamos trabajando los mexicanos como nación. Es bueno aprender de otras culturas, pero no mezclarlas de manera arbitraria.

¿Qué opinas sobre la toltecayotl?

Sí, conozco el término. He leído literatura de historia y de arqueología sobre la Toltecayotl y es excelente. El problema es la forma en cómo se ha tratado de llevar a la práctica o de adueñarse de ella, del concepto. En la actualidad no estoy en ninguna corriente de Neo mexicanidad porque creo hay que se debe de tener un equilibrio entre la historia, la arqueología y el misticismo. Hay quienes se autodenominan aprendices de la Toltecayotl, pero ¿qué es la Toltecayotl, y quién dice saber que es la Toltecayotl? Algunos interesados en el tema no se llevan con los antropólogos e historiadores porque dicen que son bien cerrados, que son pura razón; y así dicen ser ellos de espíritu puro y ahí, empieza el problema, todos se creen poseedores de la verdad absoluta. Y pues filosóficamente hay mucho más que profundizar en el tema.

Como comentario, hay que decir que existen varias corrientes de la Toltecayotl. Hay quienes se manejan como grupos muy herméticos que se creen guardianes de la tradición original prehispánica, pero ¿guardianes de qué? Son de todos esos saberes.  Además, si quieres ser parte de uno de esos grupos un poco cerrados tienes que seguir estrictamente esas disciplinas, en caso contrario, no entras a ese movimiento en el que te apegan a lógicas culturales que ellos mismos crearon e impusieron digamos en los años setentas, y valla que algunas de estas enseñanzas tienen un costo monetario; es decir, que no todo lo que enseñan son cosas originales de nuestros antepasados y digamos, además, que tienen un fin monetario también de por medio. Es así que, aunque ellos digan que todo su saber es ancestral, lo dudo. Es mejor permanecer un poco más en la incertidumbre y seguir aprendiendo.

También existe, por ejemplo, otra corriente conocida como del camino rojo. Esta corresponde geográficamente a ciertos grupos indígenas nativos del norte de los Estados Unidos de Norteamérica. Este saber se difunde mucho en nuestro país. Y bueno, pues también tiene un costo monetario estas enseñanzas. Yo me preocuparía de ¿cuál es el motivo de su enseñanza?, ¿qué es lo que enseñan?, ¿por qué quiero aprender?, ¿qué voy aprender?, mejor aprender a decidir. Aunque de alguna manera aprendemos de todo.

En nuestro país no han existido los medios adecuados que permitan la unificación de nuestras las raíces. Esta falta de unificación trae como efecto que existan una gran cantidad de corrientes y variaciones o mezclas de ellas que se alejan de nuestras verdaderas raíces. Creo que los mexicanos queremos acercarnos a una espiritualidad más cercana a nuestro origen, a nuestros ancestros, a nuestra identidad, pero no se han generado las vías correctas, las condiciones, y por ello, los mexicanos nos apegamos a casi a cualquier corriente que parezca o creamos que se asemeja a nuestras raíces.

Pero mis respetos para todos, es solo mi punto de vista. En su momento yo también pensé en pertenecer a un grupo de estos, pero al final, yo me acerqué más a la literatura. A mí en lo particular, me gusta mucho Carlos Castaneda aunque públicamente ya está bien quemado y bien tergiversado, considero que los conceptos que maneja están muy bien apegados al misterio de nuestros antepasados.

¿Realizas réplicas de instrumentos de cerámica de viento?

Sí, fueron el camino para iniciarme en la alfarería. Es bien bonito recordar las cosas que se concatenaron para que decidiera dedicarme a mis raíces, una de ellas, fueron los instrumentos musicales. Cuando vi por primera vez las ocarinas y las flautas de barro en el en el Museo de Templo Mayor y en el Museo de Antropología e Historia, me emocioné y empecé a imaginar cómo se escucharían estos instrumentos; aún más, como se tocarían y como se escucharían en esos tiempos lejanos en que fueron creados.

Me confieso melómano, me gusta escuchar música. Entonces, me di a la tarea de observar e investigar cómo fabricar las flautas y las ocarinas. La verdad es que las primeras que hice no funcionaban; otras no se oían muy bien, hasta que fui perfeccionando con el tiempo mi técnica para elaborarlas.

La diversidad sonora que tenían nuestros antepasados era vasta, cada pieza era diferente en su sonido. Las ocarinas pueden crear una melodía o pueden imitar el canto de las aves. Hay ocarinas de diversos tamaños; desde globulares pequeñas de 2 cm con un sonido muy fino y agudo, a otras mucho más grandecitas, como de unos 15 cm de diámetro, que suenan más graves, como a pájaros más misteriosos, como a tecolotes. Hay silbatos pequeños dobles, con ellos se puede recrear el canto de aves muy agudos; además, este tipo de silbato se puede ejecutar no solo imitando el canto del ave, sino con soplos largos, aplicando la técnica de la respiración circular para lograr un sonido sin escalas de silencio, a efecto de producir otros efectos auditivos más interesantes.

Luego existen unos instrumentos muy bonitos que funcionan con agua que se llaman vasijas silbadoras, esas existen desde Sudamérica hasta México; pero principalmente en Sudamérica hay piezas muy bonitas. Este instrumento produce un silbido al momento que lo balanceas con agua.

¿Consideras que su música era más ritual que de entretenimiento?

Según las crónicas recopiladas por los frailes en la época colonial y los investigadores modernos; tanto historiadores (como Miguel León Portilla, entre otros), como los etnomusicólogos (Grupo Tribu de México, el investigador fallecido Roberto Velázquez Cabrera, de Suramérica el etnomusicólogo argentino Esteban Valdivia y José Pérez de Arce), y demás investigadores y músicos fabricantes de instrumentos, podemos decir que había de todo, desde música de esparcimiento, dancística y, principalmente, música especial para rituales a los que no todos podían acceder. Por ejemplo, aquella que se realizaba en cuevas especificas en las que a través del sonido creaban estados alterados de conciencia en los que solo intervenían dignatarios y sacerdotes, o naguales denominados brujos, con fines específicos como atraer la lluvia, manejar y comunicarse con los elementos naturales o realizar prácticas mágicas misteriosas para expandir la conciencia. Es un tema demasiado complejo, misterioso e interesante, como lo son también, la arquitectura monumental y en general el estudio de nuestros antepasados y su forma de vida.

En este tema de música ritual hay unas flautas de 10 cm de largo, muy delgaditas, que tienen una florecita como de detalle al final. Esas flautas se llaman flautas mexicas y son de cuatro agujeros tonales; no son instrumentos de escala pentatónica, por lo cual, se desconoce qué tipo de escalas musicales usaron para hacer lo que podría denominarse música prehispánica. Estas son flautas muy agudas que, según la historia, se utilizaban en los rituales donde iban a sacrificar a un personaje que había vivido como el dios Tezcatlipoca y al final de año lo sacrificaban. Se supone que Tezcatlipoca era quien te daba todo y te quitaba todo, entonces a través del sonido creaban una onomatopeya. Este personaje del ritual tocaba las flautitas y, cuando ya lo iban a sacrificar las iba destruyendo al subir los escalones de la pirámide del templo mayor en Tenochtitlan. Según Bernardino de Sahagún, dice que era una melodía muy triste.

En conclusión, desarrollaron bastante sus instrumentos musicales, por lo que podían interpretarmúsica para el evento que quisieran

¿Ese gusto por la música te llevó a crear el grupo Xólotl? ¿Cómo fue el proceso para formarlo?, ¿a quién se le ocurrió?

La idea es mía junto con otro amigo que se llama Luis Alberto, que ahora se dedica a la arqueología, y luego integramos a mi amigo Israel Pérez. En la universidad nos conocimos todos los que estamos en el grupo y vimos que íbamos encaminados a la misma línea artística, el gusto por conocer nuestras raíces prehispánicas mexicanas.

En ese entonces, viajaba muy seguido a eventos culturales y al festival de la Toltequidad en Mineral de Pozos, comunidad de San Luis de la Paz, Guanajuato. En este lugar se desarrolla este festival de música y danza prehispánica, fundado desde hace más de 34 años por el grupo TRIBU. En él encuentras a algunos de los mejores artesanos de la madera en México, que trabajan instrumentos de percusión prehispánicos tipo arqueológicos, principalmente; pero van pocos artistas del barro que elaboren instrumentos de viento como las ocarinas o las flautas.

El caso es, que hace como quince años que fui a este festival a exponer mis pinturas con motivos prehispánicos y, definitivamente me influencié al ver los instrumentos que se exponían. No dejaba de pensar: ¡tengo que tener un grupo musical de este tipo, lo voy a intentar! Comencé con comprarme mis tambores teponaztli y me interesé en la construcción de algunos instrumentos de barro. Cuando llegué a León, mi ciudad, me dediqué a formar el grupo – en este yermo valle desolado de entendimiento por nuestras culturas prehispánicas –  con dos compañeros de la universidad, posteriormente, se nos integraron los papás de uno de ellos que en los años ochenta ya habían incursionado en la música andina y folk, don Natividad Pérez. Así empezó esta aventura musical.

Una vez armado el grupo, se fue integrando poco a poco. Al principio, había dudas sobre como debíamos de sonar, pero les dije que empezáramos por explorar, fluir.  Realmente no tenemos una formación académica musical, pero ha funcionado por nuestras investigaciones acerca de lo que es la música prehispánica en realidad.

Actualmente, se continúa sin saber que tiempos manejaban los ancestros en su música ni como confeccionaban una melodía, ese conocimiento se perdió. Hay flautas arqueológicas que se han encontrado y cuando las ven los etnomusicólogos observan que no tienen afinación; es decir, no manejaban una escala que sirviera de base para la afinación, por ello concluyen, que utilizaban el sonido para generar una especie de sonidos inarmónicos que se tocaban entre varios para crear una música cacofónica, muy atmosférica, salvaje y con fines específicos.

Entonces, por lo que te he comentado, considero que este tipo de instrumentos es mejor interpretarlos sin una estructura académica musical formal. Nosotros somos músicos líricos y eso nos ha servido porque hemos generado ritmos de riqueza sonora un poquito diferentes a lo que se estudia en la de academia. Creo que eso nos ha ayudado para lograr un sonido o música un poco diferente a la de los músicos de academia, ya que los instrumentos prehispánicos se pueden llevar la rítmica hacia algo más libre. Así fue como iniciamos.

El grupo se creó hace como 10 años. Al principio fue complicado irnos acoplando, pero desde hace como 7 años se consolidó y empezamos a tener más presentaciones.

¿Quiénes integran el grupo y que instrumentos interpretan?

El grupo está integrado de la siguiente manera: Patricia Silva (tambor huehuetl y teponaztli, Ayótl o caparazón de tortuga coyolis y telkuicatl) ; Elizabeth Razo (silbatos, coyolis, palo de lluvia [omichicahuastli], sonajas, tambor y danza) ; Silvia Sánchez (coyolis, palos de lluvia o chicahuastli, ocarinas y cantos) ; Natividad Pérez (diversos aerófonos, flautas y ocarinas de barro, quenas de madera, flautas de carrizo y tambores); Israel Pérez (teponaztli, tetlcuicatl, aerófonos, caracol, narrativa oral y danza) ; y, Rafael Andrade (ayótl, tambor o huehuetl, teponaztli, flautas, ocarinas, silbatos de barro, narrativa oral y danza).

¿Por qué el nombre de Xólotl?

El nombre lo tomamos por dos referencias importantes. La primera, por un líder chichimeca de nombre Xólotl, que cerca del año 1000 dirigió una migración de un lugar perdido en el tiempo llamado el antiguo Colhuacan, Chicomoztoc, Amaqueme, Aztlán, que algunos creemos que se encuentra en un espacio geográfico de nuestro estado Guanajuato. De ahí partió hacia el valle de México, según el cronista Chimalpain y Alva Ixtlilxochitl, con más de 3 millones de individuos a repoblar el valle de México tras la ausencia de un poder dominante en la zona, en ese momento histórico. Se le considera el fundador de una dinastía de tlatoanis de origen chichimeca que permeo el valle de México hasta la llegada de los españoles. De este linaje desciende el gran tlatoani Netzahualcóyotl, prototipo del hombre sabio prehispánico.

También nos gustó el nombre porque existe una deidad “Xólotl”, que es la dualidad del dios “Quetzalcóatl”. Quetzalcóatl es el símbolo del amanecer, representa el día, el tonal, la realidad; pero al entrar el crepúsculo, Quetzalcóatl se transforma en Xólotl, dualidad del misterio, de la hora de la reflexión cuando el hombre se interna en sus pensamientos profundos.

Entonces, nos gustó el nombre porque tiene estas dos grandes vertientes de significado.

Como nos has comentado, no existe registro preciso de cómo era la música de esa época ni de las escalas que usaban, ¿Cuál fue la forma o método para explorar o experimentan la música prehispánica sin tener una referencia concreta o especifica?

Cuando empezamos a usar y experimentar los instrumentos prehispánicos, sí tuvimos esas dudas porque no existen referencias claras sobre cómo se interpretaba la música ancestral. Entonces, al principio nos dejamos fluir creando ritmos en el tambor, ritmos naturales como el latido del corazón. Fue una experimentación fluida y luego fuimos incluyendo las flautas, las sonajas, para ir integrando una especie de orquesta. También decidimos escoger algún tema e irlo desarrollando mediante la exploración de sonidos y ritmos; por ejemplo, la cacería, que implica ritmos rápidos. Entonces, fuimos recreando atmosferas, como ellos pudieron haberlo hecho. Así empezamos.

No estamos redescubriendo la música prehispánica, hay que ser sinceros, hacemos música moderna reutilizando los instrumentos antiguos, inspirándonos en nuestras raíces. Por las razones que te he venido comentando, consideramos que la música que estamos creando no es música prehispánica sino música moderna ejecutada con instrumentos ancestrales. Nos hemos tomado la libertad de crear ritmos, sonidos, melodías, de experimentar la sonoridad musical de esos instrumentos.

¿Sólo interpretan composiciones de sonidos o tienen también letras en español o en alguna lengua originaria con la que acompañen los sonidos?

En las presentaciones manejamos una especie de teatro, hacemos una combinación como el mestizaje y sincretismo del cual formamos parte. El espectáculo consiste en música que generalmente va acompañada de una narrativa basada en historia, mitos y tradiciones.  Las lenguas originarias son un tema de suma importancia para adaptarlas con estos sonidos y presentaciones, pero aún estamos trabajando en esto, en aprender nuestras lenguas originarias.

Cuando hablas de narrativas, ¿te refieres a algún tipo de relatos popular conocido o fragmentos de piezas literaria o narrativas que ustedes crean?

Nos basamos en la historia, la arqueología y la tradición; de ahí partimos para crear nuestras presentaciones y ofrecer nuestra propuesta en escena. En ese sentido, nos inspiramos en un tema histórico específico o en un mito en particular, por ejemplo, el mito de la creación del quinto sol donde los dioses se sacrifican para la creación del hombre y el movimiento del mundo; o en un tema en particular, cuando desarrollamos una presentación para la celebración de los difuntos en la tradición de los antiguos mexicanos.

También tenemos narrativas que hemos abordado de manera más libre y creativa, como es el caso de una pieza que se llama “la gruta de Xochipilli”, en la que tratamos el origen de la música; de manera concreta, como suponemos que empezaron a tocar los humanos. Desde luego, esta narrativa la desarrollamos nosotros fruto de nuestra inspiración en el tema de nuestros orígenes.

Para contar nuestras narrativas usamos generalmente, un personaje que es una especie de mensajero que viene del más allá y les transmite a los espectadores el mito de manera oral, como se hacía en la antigüedad.

Tenemos un canal de YouTube: Xólotl. Te dejo la liga para los lectores que deseen seguir nuestro trabajo:    

En Facebook, pueden seguir el trabajo del grupo en nuestra página: Grupo Xólotl música de nuestras raíces.

Cuéntanos un poco sobre el trabajo que ha realizado el grupo Xólotl

Las presentaciones de grupo en diferentes eventos y festivales dentro y fuera de la ciudad de León, Gto., suman más de 40 presentaciones. Hemos colaborado con el ICL (Instituto Cultural de León); el Museo de la Ciudad de León; el Museo de Arte e Historia de Guanajuato; el Archivo Histórico Municipal de León y diversas casas de cultura del Estado de León (León, Purísima de Bustos, Huanímaro). Asimismo, hemos colaborado con el INAH de Guanajuato en la divulgación del patrimonio histórico del estado, realizando acciones concretas con el programa de divulgación y protección del patrimonio arqueológico. Participado en algunos sitios Arqueológicos como El Cóporo, en Ocampo Gto. Y demás cantidad de presentaciones en eventos particulares.

Actualmente contamos con dos discos grabados. El estilo ha ido evolucionando de solo música a la composición de narrativa oral y escénica.

Aprovechando, quiero invitar a los lectores a las presentaciones que tenemos en puerta. Un ritual para los muertos: Sonido Ritual y ofrenda a los difuntos, el viernes 29 de octubre en el Panteón de San Nicolás, León, Guanajuato, dos funciones a las 19:00 y 20:00 horas y, al Festival de los muertos, el domingo 31 de octubre, a partir de las 10:00 horas, en el Misterioso Cráter Ancestral de Rincón de Parangueo, en Valle de Santiago, Guanajuato.

Rafael, es muy interesante y diversa tu obra. Te agradezco la entrevista y dejo al final de la semblanza los medios digitales a través de los cuales pueden seguirte y conocer tu obra.

 

Rafael Alejandro Andrade Hernández

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Estudió Diseño Gráfico en la Universidad de León, Guanajuato. Desde 2004 su trabajo se ha centrado en el diseño gráfico publicitario y editorial. Artista multidisciplinario. Ha incursionado en las artes plásticas en diversas exposiciones itinerantes, ferias culturales en el museo de la ciudad de León y el Archivo Histórico Municipal de León. Es fundador e integrante del grupo de música prehispánica “XOLOTL”, grupo musical que cuenta con dos discos grabados y más de 50 presentaciones en diversos recintos culturales del Estado de Guanajuato. Es promotor de la música y la alfarería tipo prehispánica del Anáhuac y culturas. Trabaja como alfarero semi-autodidacta, recreando las técnicas de cerámica prehispánica, desarrollando réplicas e instrumentos musicales sonoros de barro. Principal promotor del 1er. Festival Cultural Orígenes en León, Gto. Actualmente Imparte talleres de barro para alfarería tradicional y es profesor de la Academia de Artes Plásticas en el Instituto Irena Sendler en León, Gto.

Facebook: Rafael Andrade Hernández  

Página del grupo: Grupo Xólotl música de nuestras raíces.

Perfil del grupo: Xólotl nuestras raíces.

 

 

 

 

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1 comentario en “Orígenes y arte”

  1. Na. Del Socorro Andrade

    Rafa muchas felicidades fue un placer leerte y conocer a profundidad tu gusto y preferencia por el arte al que te dedicas hermano. Deseo de corazón que tu arte sea difundido y valorado. Eres un gran artista.

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