Cuanto más envejezco y a la muerte me ciño
siento la necesidad de volver el tiempo,
de revivir los sueños que aún conservo
como cuando era inocente, cuando era niño.
A morir vacío, como tantos, me niego
y reniego de partir mirando en el espejo
el rostro de la monotonía y desasosiego
de quien entierra su infancia y se dice viejo.
Por ello mis arrugas y mis canas mienten
son el disfraz que visto año con año
porque la edad y la experiencia protegen
el tesoro que en mi felicidad entraño.
Así, hoy digo adiós a mi máscara de anciano
a la que por travesura quedé atado.
Hoy elijo ser libre bajo el sol de verano:
Elijo ser el niño que siempre he amado.
Texto de Villalobos Orozco M. Eduardo. «Por siempre niño». Cartas a la Lluvia. Trajín Literario, 2019.