Para poder amar otras tierras hay que aprender a amar la nuestra. Encontrar cada una de sus bellezas; como el Convento de Corpus Cristi, que cuenta su propia historia y una de mis favoritas:
El Virrey Baltasar enamorado de Sor Marcela del divino amor, mandó construir el Convento del Cuerpo de Cristo para Indias Cacicas y, al morir, en su testamento especificó que su corazón fuese enviado a la Nueva España en una Arqueta, y sepultado en el Presbiterio de aquel convento que con tanto amor mandó edificar.
Se dice, que por fuera, la arqueta reza en latín «donde esté tu corazón estará tu tesoro», no se sabe si se habrá querido referir a su obra más pía o a Sor Marcela del Divino Amor, aquella, a quien a pesar de haber amado nunca pudo ni siquiera besar
DETH VICCON