La sesión
La sesión comenzó y Rubén no decía palabra sobre el desalojo. Nos colocamos en círculo mágico tratando de hacer contacto con el padre fallecido de una de nuestras compañeras, pero el ambiente era medianamente tenso y no pudimos abrir el portal. Nuestros pensamientos chocaban entre nosotros. Parecía una romería en el cielo del lugar: ¿seguirá prestándonos el local para nuestras reuniones?, ¿nos lo rentará ahora que su madre fallezca? En fin, todos caminábamos entre penumbras como ciegos de asilo pobre y poco nos concentrábamos en la sesión espiritista. Rubén seguía impávido.
Su madre me dijo antes de caer en cama que ella se comunicaría si atravesaba la línea. Tenía ya un par de meses con tanque de oxígeno y solo se levantaba para ir al retrete y comer en la terraza de su enorme casa. Mientras, podíamos seguir usando su local libremente.
Los demás miembros hablaban de abrir un nuevo recinto si Rubén ordenaba el desalojo o bien, ofrecerle una renta.
El hombre decidió abrir la boca.
Nos dijo que su mamá se comunicaría con nosotros en cuanto falleciera y nos diría el futuro del grupo de espiritistas en su establecimiento.
Salimos sonrientes y animosos de la sesión a pesar de no haber hecho contacto con ningún espíritu. Se nos veía gustosos porque la mamá de Rubén pronto estaría junto a nosotros en nuestras reuniones de los jueves.
Sólo había que esperar su muerte.
Roberto Ruiz Gutiérrez
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Ganador cuatro veces del premio estatal de literatura en San Luis Potosí. Tiene dos libros publicados: “Por las tardes la miel” y “Los cuentos del agua”. Es maestro del taller de Literatura en el IPBA desde 1997. Ha publicado seis libros de cuentos colectivos de su taller literario. Dos de sus alumnos han ganado el premio estatal de literatura: Francisco Javier Segura Mojica y Carolina Toro.
