Por Norberto de la Torre González
Algunos días, especialmente los domingos,
salgo a pasear mi serendipia, con cuidado,
atada con una soga fuerte, sin bozal claro,
pero con fusta en mano. Otros llevan perros,
gatos, elefantes, hay quien tiene una langosta
con un listón azul, o una guacamaya que
conduce un triciclo ad hoc, pero yo poseo
una serendipia impredecible que rescaté
de un libro muy antiguo y ahora la cuido
con esmero, aunque a veces huye, recorre
callejones y azoteas, explora ríos, árboles,
jardines. Simplemente se va, me abandona
la malvada, para regresar el día menos
pensado. Aparece, casi siempre, en algún
poema de parto prolongado; en mi vaso
preferido; en la cocina. Los libreros no le
agradan, no son para ella buena compañía,
pero puede ocultarse en la basura, en la
maceta donde cultivo cactos, entre las letras
de una sopa fría, en el cajón donde guardo
los relojes, su preferido es uno que en vez de
dar la hora da las gracias. Pero por hoy puedo
decirles, sin lugar a duda, que mi serendipia
huyó, que está perdida, si alguien la ve le
pido por favor que la regrese a casa.
Norberto de la Torre González
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México, D.F. 1947. Radica en San Luis Potosí desde 1970. Realizó estudios de Psicología (UNAM) y Filosofía (Atlantic International University). Obtuvo los premios estatales Manuel José Othón en Literatura 1984 y Francisco Martínez de la Vega en periodismo de fondo 1988. Entre sus obras se encuentran: Ciudad por entregas (poesía en prosa, 1994); La casa y otros lugares; Cicatrices y cenizas; El universo en un sombrero (haikus) y Una tortuga.